Título: Solidaridad entre feminismos por la lucha conjunta contra el imperialismo
Fecha: Diciembre 2018
Notas: Textos presentados para la revista del Grupo de Latinoamérica en Noruega LAG tidsskrift: “Feministisk påfyll” (Repuestos feministas), diciembre de 2018, pág. 10, y en la Conferencia de la Globalización 2018 (Oslo) en el panel de debate “Cuatro matices sobre el imperialismo”.

Muchas estamos de acuerdo en que el feminismo es necesario en el siglo XXI, pero tengo la impresión de que muchas feministas europeas blancas tienen dificultades en entender, respetar y apoyar luchas feministas en otras partes del mundo.

Todos los feminismos crecen y se desarrollan en contextos sociales e históricos concretos. La mayoría están de acuerdo en este principio en que no es lo mismo ser mujer indígena en Guatemala que ser una chica noruega en Trondheim. Compartimos la opresión de vivir en estructuras jerárquicas, pero a la vez hay diferencias sustanciales entre Latinoamérica y Europa: el colonialismo.

Este suceso histórico que empezó hace más de 500 años y aún perdura, hace que las batallas de liberación entre grupos feministas en Latinoamérica tengan unos análisis distintos de las estructuras de poder y que usen herramientas de lucha más variadas que la mayoría de los grupos feministas en Europa.

Su situación es considerablemente peor que la nuestra. Gran parte de la población en Latinoamérica sufre aún las consecuencias del colonialismo: usurpación de sus tierras, asimilación de sus culturas, sus valores y sus lenguas, sus tradiciones has sido estigmatizadas y prohibidas y sus recursos naturales saqueados. Las poblaciones indígenas y los ascendientes de esclavos africanos se han revelado desde el inicio de la colonización en el siglo XV a las estructuras colonizadoras basadas en jerarquías verticales. Las mismas estructuras que se conservan a través de las naciones-estado y las inversiones internacionales en tierras latinoamericanas.

Viendo esta realidad he entendido a la vez que muchas feministas occidentales blancas tienen problemas para apoyar muchas de las luchas de liberación latinoamericanas. No es importante ser aliadas y mostrar solidaridad cuando todos los movimientos feministas luchan contra la opresión? Qué puede pasar si de hecho podemos aprender de los análisis, métodos y acciones de nuestras compañeras latinoamericanas?

Mostrar solidaridad hacia otros movimientos feministas es una tarea feminista importante si realmente deseamos creas cambios en el mundo que aporten más libertad, justicia y equilibrio ecológico para todos y todas. El problema con mostrar solidaridad es que muchas feministas occidentales blancas no son conscientes de sus propios privilegios aunque consideren la interseccionalidad como una herramienta útil para analizar y entender la opresión. Hacernos conscientes de nuestros privilegios como personas occidentales blancas conlleva una gran dosis de humildad y curiosidad. Nosotras crecemos y somos educadas en el patriarcado heteronormativo blanco colonialista. Esto hace que muchas hayan internalizado actitudes altaneras hacia otras maneras de llevar a cabo feminismos. Estas actitudes altaneras y a veces despectivas, tienen el potencial de parecerse a las tendencias que vemos entre personas de ideologías conservadores de derechas y populistas; dónde algunas opinan que tienen la fórmula única y perfecta de alcanzar un mundo feminista.

Mostrar solidaridad significa escuchar, aprender y respetar otras tácticas para luchar contra la opresión. Nunca debemos adoctrinar o criticar otras luchas de liberación feministas. Todos los grupos feministas tienen derecho pleno para escoger los términos con los que quieren identificarse, sus objetivos comunes y las acciones para luchar con las estructuras opresoras. Por estas razones debemos de ser cuidadosas cuando las feministas occidentales europeas deseemos ser aliadas en otras luchas feministas. Ser aliada significa de hecho dar un paso atrás siguiendo estando presente reconociendo que las estructuras opresoras deben lucharse con voces diversas. Juntas podemos así creas un mundo donde quepan muchos mundos mundos diversos.

Aprender de otros movimientos de liberación feministas. Aunque haya algunos factores diferenciadores entre el contexto europeo y el latinoamericano, la base de la opresión es común. Los movimientos de liberación latinoamericanos tienen distintas características, entre las cuáles está la cooperación, autoorganización, independencia de estructuras estatales que se combinan con soluciones prácticas contra el capitalismo y el imperialismo.

Es sabio entonces preguntarnos si los movimientos feministas latinoamericanos usan métodos y prácticas que pueden ser útiles en nuestras luchas feministas en Europa. Los medios de comunicación invisibilizan muchas de las iniciativas feministas latinoamericanas, especialmente cuando las herramientas de los movimientos de base usan técnicas poco tradicionales y de confrontación directa contra las estructuras de opresión. A la vez, debemos reconocer que muchos movimientos de base feministas son buenos para incluir la diversidad dentro de los feminismos mientras cooperan desde una perspectiva interseccional.

Los feminismos latinoamericanos tienen en general dos objetivos. Luchas contra las estructuras opresoras a la vez que construyen alternativas al sistema de dominación actual. En la construcción de alternativas a las estructuras de opresión tenemos mucho que aprender. No sólo podemos concentrarnos en la resistencia, sino también en cooperar para alcanzar soluciones cooperativas solidarias.

Después de más de 500 años las feministas europeas debemos abrir los ojos de nuevo a las acciones directas extraparlamentarias que pueden provocar mayores cambios sociales. Nuestras hermanas y hermanos latinoamericanos merecen reconocimiento, respeto y apoyo en sus luchas de liberación. A la vez podemos reconocer sus métodos e implantarlos en Europa. Porque su lucha es nuestra lucha y juntas siempre podremos ser más fuertes.

Anti-imperialismo: el punto olvidado de los feminismos occidentales

Los feminismos occidentales y su posición ideológica y práctica hacia el anti-imperialismo no son temas que suelen discutirse con frecuencia. Hoy, 12 de octubre, se me ha dado la oportunidad de estar sentada en este panel y lo hago desde mi perspectiva de mujer española blanca anarcofeminista. Para las que no lo sepan, en 1987 se decidió por la Ley 18/1987 que el 12 de octubre esta fecha se celebraría el día nacional de España. La ley dice “Esta fecha simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”. La celebración incluye tradicionalmente un desfile militar al que asiste el rey, junto a la familia real, el presidente del Gobierno y otros altos representantes de todos los poderes del Estado.

La elección de esta fecha es claramente imperialista, ya que tras la excusa del “encuentro de dos mundos” existe el genocidio indígena, la esclavización de los descendientes africanos y el robo sistemático de las culturas, lenguas y recursos naturales de todas las zonas colonizadas. Este es un ejemplo de exaltación imperialista disfrazada de nacionalismo, que desde el feminismo europeo no se evalúa y menos se critica.

Es innegable la memoria histórica que desde hace 500 años hemos implantado de manera violenta en otros países, en otras personas. Desde el feminismo occidental se han tomado posturas anti-militares los últimos 50 años pero la crítica al imperialismo sigue siendo vaga, y en muchos casos silenciada. La crítica a nuestros propios sistemas políticos y económicos se olvida de la perspectiva feminista de solidaridad internacional.

Las diferencias entre los feminismos de descendencia europea y los feminismos en zonas colonizadas son grandes. La primera, sus puntos de análisis son divergentes por la ceguera europea sobre nuestros propios privilegios, la segunda diferencia son sus herramientas de lucha que en muchos casos son contrarias y la tercera, es su actitud hacia la solidaridad y la inclusión de otros movimientos dentro de los feminismos.

Esta falta de autocrítica feminista occidental provoca muchas preguntas, hasta qué punto nos ciegan nuestros privilegios como mujeres blancas occidentales en entender la lucha anti-imperialista de nuestras hermanas colonizadas? Somos capaces de ver que nuestros propios sistemas sociales basados en naciones-estado y en una economía capitalista, son usados en versiones aún más brutales si cabe en las zonas colonizadas y hacia sus pobladoras?

Las diferencias entre los feminismos blancos occidentales como el feminismo liberal o el radical, difieren en gran grado de los feminismos decolonizadores, negros o anarquistas que tienen posturas antiimperialistas claras y definidas tanto en sus ideologías como en sus prácticas.

Mientras las feministas occidentales están perdidas en gran medida en nuestros propios privilegios, creyendo que desmontaremos el sistema siendo parte de él, las feministas en zonas colonizadas luchan claramente contra los sistemas estructurales opresores. Las feministas occidentales estamos repitiendo el mismo error que las feministas blancas tuvieron durante el movimiento sufragista hace más de 100 años. Fueron excluyentes, racistas, elitistas y quisieron luchar por su igualdad a los hombres queriendo participar en las estructuras opresoras del estado olvidándose de la gran mayoría de mujeres y hombres. Ahora las feministas occidentales blancas luchan por romper los techos de cristal y poder tener posiciones de poder en estructuras del estado, estructuras religiosas, en empresas transnacionales o en organismos internacionales que perpetúan la opresión hacia otras personas.

Como Silvia Federici y muchas otras feministas críticas y anarcofeministas antes que ella han dicho, de nada nos sirve querer igualdad con los hombres, si eso significa que mantenemos intactas las estructuras de poder que nos hace igual de oprimidos tanto a hombres como a mujeres. La única manera de poder luchar contra la opresión es a través de la organización horizontal orgánica y las acciones directas de lucha. Este principio no se realiza de una manera concreta, sino autoorganizándose y autogestionando luchas locales basados en la diversidad con objetivos antiimperialistas compartidos. El sistema imperialista no se va a destruir desde dentro, sino desde fuera creando alternativas locales.

Las feministas occidentales quieren ser parte del sistema opresor porque lo han normalizado, otros feminismos luchan contra el sistema y quieren su destrucción porque son invisibilizadas, maltratadas y matadas por su mera existencia. Hoy en día los imperios no son sólo naciones concretas, sino híbridos con empresas transnacionales dónde distintos poderes económicos y políticos se esconden tras logos bellos, trajes y corbatas defendidos por murallas jurídicas. Su poder destructivo es aún mayor que los imperios originarios, porque la complejidad legal y jurídica hace que los procesos estructurales de lucha sean lentos y poco efectivos. Por desgracia, estos mismos sistemas son alabados como avanzados y civilizados, mientras que la lucha directa contra los poderes imperialistas es tildada de terror. Por eso yo estoy convencida que la peor violencia es la violencia estructural que nuestros hermanos y hermanas sufren. Lo sufren a través de los desahucios de sus tierras, la polución de su agua, su aire, sus costumbres, sus lenguas. Lo sufren con la militarización de sus gobiernos y de los sistemas de seguridad de los corporativos transnacionales. Lo sufren por la nulidad de consecuencias judiciales contra todo tipo de agresiones físicas y sexuales.

A la vez, la ceguera de los propios privilegios de muchas feministas occidentales se ve teñida por la parcialidad con las que muchas acciones de luchas feministas son distribuidas a través de los medios de comunicación de masas y cómo son recibidas con una actitud prepotente de salvadoras blancas. Muchos movimientos feministas antiimperialistas son de nuevo invisibilizados o criticados por la elección de sus métodos mientras que la apertura de las redes sociales y medios de comunicación autogestionados ayudan a aportar información directa sobre los movimientos feministas locales.

Así, los feminismos son variados y ricos, y cuando los feminismos occidentales muestran falta de autocrítica y de concienciación de sus privilegios étnicos, sociales, históricos y de clase, debemos realzar la importancia de la solidaridad internacional en las luchas anti-imperialistas feministas cómo uno de los caminos hacia nuestra liberación colectiva.