#pubdate 2013-02-03 20:50:33 +0000
#title Cartilla socialista
#LISTtitle Cartilla socialista
#author Plotino C. Rhodakanaty
#SORTauthors Plotino C. Rhodakanaty
#SORTtopics Introductorio
#source Recuperado el 3 de febrero de 2013 desde [[http://www.kclibertaria.comyr.com/lhtml/l115.html][Kolectivo Conciencia Libertaria]]
#lang es
*** Prólogo
«*Las atracciones guardan proporción con los destinos*».
Fourier
Hace dieciocho siglos que la humanidad se conmovía al
escuchar la voz elocuente y sublime de doce pescadores inspirados que
predicaban la doctrina de Jesús. Esa doctrina era la del *socialismo*.
Desde entonces los tronos opulentos de los césares
vacilaron, próximos a caer y las cadenas de los esclavos crujieron próximas a
romperse, espantando de tal manera a los tiranos, que el terror de los
emperadores llevó su terrible odio hasta las catacumbas de Roma, donde se
sepultó el cristianismo, para resucitar poderoso y fuerte y establecer la
libertad extinguiendo la tiranía, hasta que introducidos en su seno los
verdaderos fariseos, transformaran la sublime doctrina en la doctrina
corrompida que desde los púlpitos proclaman ahora los hipócritas sicarios de
las sectas religiosas.
Hoy la humanidad entera se conmueve con la regeneradora
doctrina del socialismo que,
germinando en los cerebros laboriosos de los grandes filósofos de la
antigüedad, ha venido a provocar la revolución más grandiosa de la edad
moderna. El sueño de los visionarios no fue más que un aviso. La visión va
tomando todas las formas de la realidad. La utopía se va verificando. El
perfeccionamiento social se pone en planta; pronto, muy pronto el antiguo
edificio de las rancias preocupaciones quedará derribado y sobre sus ruinas se
levantará una nueva sociedad llena de luz y de civilización donde la armonía
entre todos los seres racionales venga a formar la verdadera felicidad de
éstos. Pero para que esto sea, se necesita alumbrar con la antorcha luminosa de
la ciencia social los antros tenebrosos de la ignorancia empírica; se necesita
rasgar el velo de las preocupaciones que cubre a la sociedad; se necesita, en
fin, que ésta comprenda los males que sobre ella pesan en su constitución
actual y los bienes que deben resultarle cambiando de organización; por esto
hoy que la idea del socialismo
germina espontáneamente e inconscientemente entre las masas del pueblo, porque
su conciencia interior le revela por una intuición secreta que sólo esta
doctrina eminentemente filantrópica y humanitaria es la que puede conducirlo a
su más completo bienestar, y teniendo la más firme convicción de ello, me he
determinado a formar la presente cartilla con el objeto de dar a conocer las
elevadas tendencias de la doctrina de que me vengo ocupando.
Esta pequeña obra lleva también el objeto de que las clases
obrera y agrícola de México conozcan los verdaderos principios científicos en
que se funda la doctrina sociocrática de la que tanto se habla y debate hoy en
todas las naciones de ambos continentes, pero sin ser aún comprendida en su
esencia.
Espero como única recompensa a mi trabajo, la benevolencia
de mis lectores y que alguna vez el pueblo mexicano llegue a emanciparse del
terrible yugo de la plutocracia por medio de la asociación.
Plotino C. Rhodakanaty
*** Lección I: Del problema social
P: ¿Cuál es el objeto más elevado y razonable a que pueda
consagrarse la inteligencia humana?
R: La realización de la
asociación universal, de
individuos y de pueblos, para el cumplimiento de los destinos terrestres de la
humanidad.
P: ¿De qué manera puede
alcanzarse la realización de la asociación
universal de individuos y de pueblos?
R: Por medio de un sistema que enseñe el conocimiento del
objeto, los medios adecuados a su realización y principios en que se funde el
objeto y los medios.
P: ¿Y para qué se requieren todas esas circunstancias?
R: Porque donde no hay objeto determinado, no puede haber
política, en el sentido racional de la palabra.
*** Lección II: Estado de cosas y problemas que debe resolver toda doctrina de sistema social
P: ¿Cuál es el estado actual de la humanidad?
R: Los hombres están aún
divididos en toda la tierra por intereses de industria, de clases, de partidos,
de nacionalidades, etcétera, que engendran entre ellos, con gran detrimento de
todos y cada uno, hostilidad y odios más o menos violentos, en lugar de la
buena armonía que debería unirlos para su felicidad. De tal suerte, que a pesar
de los maravillosos progresos realizados en los últimos tres siglos, por las
naciones de Europa, la humanidad está aún universalmente sometida al reinado
del mal.
P: ¿En qué razones se apoya usted para creer que los hábitos y
costumbres de hoy sean susceptibles de mejoramiento?
R: Porque creo firmemente que está al
alcance del hombre y en la ley de su destino terrestre, reemplazar con el
reinado de la riqueza, de la verdad, de la justicia, de la paz, del trabajo: en
una palabra, del bien, el
reinado de la miseria, del engaño, de la opresión, de la guerra, de la
devastación, en una palabra del mal,
a que hasta ahora se ve sometido. Creo que la maldad no tiene por causa absoluta
e inmutable la naturaleza del hombre, sino la imperfección de las instituciones
sociales, que son esencialmente modificables, y por consiguiente susceptibles
de mejora, de perfeccionamiento y transformación por la inteligencia y voluntad
del hombre.
P: ¿Sírvase usted
presentar un ejemplo?
R: El estado social, que presenta ya
tantos aspectos característicamente distintos desde el salvaje hasta las civilizaciones más avanzadas de nuestros
días, civilizaciones que sería absurdo considerar como las últimas formas
sociales posibles; el estado social, repito, es comparable a un mecanismo, del cual los hombres,
considerados bajo el punto de vista de sus facultades activas, son las fuerzas motrices, si se quiere libres, y
más o menos inteligentes.
Ahora bien, estas fuerzas libres vivas o motrices producen, para el bien o para
el mal, efectos diferentes, según desplieguen su libertad y su actividad, en
uno u otro mecanismo social. Por ejemplo: supongamos que uno o más de los
niños, que se llaman lípanes (indios bárbaros), fueran transportados a México,
y que, a la vez, igual número de recién nacidos en la capital se transportaran
a aquellos desiertos, en cuyo mecanismo social, del todo diverso, se educaran
respectivamente; es claro que los lípanes educados en México llegarían a
modelarse con nuestra forma, usos y costumbres, mientras que los mexicanos
llegarían a ser tan feroces e ignorantes, como hoy lo son los moradores de
aquellos desiertos.
P: ¿Según esto, la
conducta del hombre, la determina la organización social en que vive?
R: Sí señor; recibir
diferente educación, encontrarse rodeado de circunstancias favorables al
armónico movimiento de sus facultades nativas, que le hubieren impulsado a
buscar la satisfacción de sus pasiones por la vía del bien, como medio más
fácil de alcanzarla, que por la del mal, son causas que determinan la
diferencia de conducta en el hombre, y que prueban hasta qué punto la
organización social ejerce sobre él, su acción moral y materialmente.
P: Ha dicho usted que
el mal o sea la guerra, la devastación, la opresión, el engaño y la miseria no
tienen por causa absoluta e inmutable, la naturaleza del hombre, sino también
la imperfección de las instituciones sociales, cuando es evidente que la
organización particular del individuo, según sus dotes, así se inclina y
desarrolla, unas veces al bien y otras al mal.
R: Señor, en general debe admitirse
como cierto, y fuera de casos excepcionales, que el hombre no está absoluta y
fatalmente condenado al mal, por el mero hecho de su naturaleza y nacimiento;
por consiguiente, los desórdenes, vicios y crímenes individuales, en su inmensa
mayoría, y todos los males del orden social que de ellos resultan podrían
desaparecer progresivamente, a medida que se mejoren las instituciones sociales.
P: ¿Y qué prueba usted
con lo que acaba de exponer?
R: Que es
incontestable, que puede concebirse al hombre colocado en un mecanismo social,
tan felizmente combinado por su inteligencia, y tan favorable al desarrollo de la
actividad y de las pasiones humanas, que el individuo ame particularmente a sus
semejantes, y trabaje libre y apasionadamente en el bien general, perfectamente
identificado con su propio bien.
P: ¿No cree usted que
el régimen ideal que usted se explica, siendo la naturaleza del hombre
esencialmente variable, llegaría a ser tan difícil su realización, como difícil
ha sido la práctica de los derechos del hombre?
R: Con este régimen
superior que yo explico, en cuyo seno realizará la humanidad sus destinos,
desarrollando progresivamente sus altas facultades, el individuo gozará de la
plenitud de su libertad y practicará necesariamente todas las virtudes
sociales; porque en tal régimen de verdad y justicia, la virtud será tan
provechosa para los intereses del individuo, como atractiva para su corazón y
su inteligencia, mientras que el vicio será tan desfavorable a sus intereses,
como es odioso y repugnante por su naturaleza.
P: Bien. Sírvase usted
decirme cuál es el estado social más perfecto.
R: Será aquel cuya
hipótesis pueda concebirse como un orden, en el cual individuos, familias y
pueblos, asociarán libremente su actividad, para producir el bien de todos y
cada uno, por oposición al estado actual, en que individuos, familias, pueblos
y clases, atrincherados en la estrecha ciudadela de sus intereses egoístas, se
oprimen y luchan miserablemente unos contra otros, con grave detrimento de
todos y cada uno, de la sociedad y del individuo.
P: ¿Cómo podrá
realizarse esta hipótesis, cuando la experiencia demuestra que las
prescripciones de la moral, fueron desde el origen de la sociedad, hasta ahora,
insuficientes para realizar las miras efectivas?
R: Preciso es que para realizar
socialmente la moral, o lo que es lo mismo, la producción regular y universal
del bien se reconozca la insuficiencia de los procedimientos empleados hasta
ahora, y se busquen las condiciones prácticas de la unión definitiva de los
hombres, para la producción del bien, lo que equivale a descubrir entre todas
las formas sociales posibles, una, cuyo mecanismo sea el más a propósito para
poner en perfecto acuerdo, los intereses individuales y colectivos; o en otros
términos, el más propio para realizar sin choques ni compresión alguna, la
asociación libre y voluntaria de todos los miembros de la gran familia humana.
*** Lección III: Comprobación de toda doctrina de forma social
P: ¿Qué entiende usted
por doctrina societaria o sea
de organización social?
R: Toda doctrina de
organización social o de progreso en la constitución de la sociedad, supone un
cambio en el estado de ésta: o de otra manera, toda doctrina de progreso supone
la realización de un estado social no realizado anteriormente y superior a los
sistemas conocidos para mejorar la suerte de las sociedades humanas.
P: ¿Y una doctrina de
progreso social puede ser aceptada en todas las naciones del globo?
R: Sí señor, a
condición de serlo antes en las aldeas y en los pueblos llamados centros de
población, en cada Estado, en toda una nación y todo un continente.
Resulta de esta observación analítica que el hecho elemental y capital de la
solución del problema social, tomada en su más grande generalidad, no es otra
cosa que la determinación de las condiciones de la asociación de individuos,
familias y clases, entre el vecindario de la localidad, elemento alveolar del
estado y de la sociedad.
P: Pero este nuevo modo
de pensar importa una revolución completa en el dominio de las ideas sociales y
políticas, puesto que declara los derechos de la verdad contra los errores; de la
realidad contra las quimeras.
R: Sí señor, importa una nueva revolución; y sin entrar aquí
en los desarrollos a que se presta ese cálculo nuevo y fundamental del problema
de la reforma social, se comprende ante todo, que el sistema de organización
que realice en los vecindarios o municipios la armonía de los intereses, de
individuos, familias y clases, la realizará en el Estado y en la sociedad en
general, que no son más que una agregación de vecindarios o municipios. Y se
comprenderá también fácilmente, que toda supuesta teoría de reforma social, que
no sea propia para realizar esa armonía entre el vecindario de una localidad,
será por ese mero hecho, incapaz de realizarse en el Estado y en la sociedad en
general.
P: ¿Qué medios deben
emplearse, para que en un Estado, este plan de reforma social pueda ser
comprobado por la experiencia práctica?
R: Para perfeccionar la
organización de un Estado, en su constitución política y administrativa, es
menester empezar por la reforma del vecindario y de su municipio en su
organización interior.
P: ¿En tal supuesto,
cuál deberá ser el primer carácter exterior de la racionabilidad y de
realizabilidad de una teoría de reforma o de progreso social?
R: El de poder ser
sometida a la prueba local comprobada por la experiencia, sin comprometer al estado ni a la sociedad existente.
P: ¿Y cuál es el primer
carácter de superioridad social de un sistema nuevo, sobre el existente?
R: El de hacer adoptar libre y voluntariamente por todos y cada uno
de los miembros de la sociedad.
*** Lección IV: Derechos y deberes de la doctrina social
P: Toda teoría reformadora de la sociedad que acepte las
condiciones expuestas en la lección anterior, es que se somete a un ensayo
local, y que no aspira a generalizarse más que por la limitación espontánea,
sin ser impuesta por el Estado, ¿tiene algunos deberes que cumplir con la
sociedad, y derechos que reclamar a los poderes públicos encargados de su
conservación y defensa?
R: Sí señor, tiene dos
deberes y dos derechos.
P: ¿Cuáles son esos dos
deberes, y esos dos derechos?
R: Tiene el deber de
darse a conocer a la sociedad, produciéndose en el dominio intelectual, por
todos los medios de propagación posibles.
Tiene el derecho de darse a conocer, y de producirse en el dominio intelectual
con entera libertad, aunque conformándose respecto de la manera de hacerlo, a
las leyes establecidas.
Tiene el deber de someterse a la experiencia, produciéndose en el dominio de
los hechos, con los medios de realización que le son propios, es decir, por la
creación de una asociación en que se realicen las mejoras que propone, sobre la
actual organización de éstas.
Tiene el derecho de realizar con entera libertad ante la sociedad esta
experiencia decisiva, a condición de que la nueva teoría puesta en práctica no
infrinja las leyes políticas ni civiles del Estado.
Estas deducciones inatacables, establecen científicamente
las condiciones exteriores de legitimidad de una doctrina cualquiera, de
progreso social, y fijan radicalmente la acción de sus deberes, y los límites
de sus derechos.
P: Sírvase usted fijar
las posiciones de la doctrina societaria,
en presencia de todas las doctrinas contemporáneas, políticas o sociales.
R: Del lado de la
estabilidad daré a conocer estas sencillas verdades:
Primera: que toda mejora
material para ser realizable debe poderse experimentar con un vecindario o
pueblo.
Segunda: que para ser buena,
debe ser tal, que sea imitada
espontáneamente, por la nación, y por toda la humanidad.
Por parte del progreso, aunque la doctrina societaria se contentara con fijar
la cuestión del progreso social en sus términos verdaderos, precisando el
objeto, desenvolviendo el punto de ataque del problema y determinando con
absoluta libertad las condiciones lógicas de la comprobación y de la
realización práctica de toda reforma útil en la cuestión interna de la
sociedad, daría a la causa del progreso garantías infinitamente más sólidas que
las que jamás le ofrecieron, ni que siquiera sospecharon sus más ardientes
partidarios.
P: Y de todo esto, ¿qué
se deduce?
R: Que la doctrina
societaria está colocada en la esfera de los intereses y de la ciencia de la
estadística, sobre todo los partidos llamados conservadores y aun de los mismos
gobiernos; y en la esfera de los intereses y de la ciencia del progreso, muy
por encima de los partidos llamados liberales y republicanos, más o menos
democráticos.
P: Entonces, ¿de quién
depende la escuela que profesa tal doctrina, esto es, la societaria?
R: De ninguna, lejos de
depender de la opinión y de la autoridad de ningún gobierno, de ningún partido
conservador, ni liberal, abunda al contrario en autoridad superior a todo
gobierno y partido político. Hay más, y es que al menos en lo que concierne a
los principios incondicionales de la garantía del progreso o de la estabilidad,
a cuya obediencia nadie puede sustraerse, esta escuela tiene el derecho de
decir que impone con autoridad absoluta su doctrina a partidos y gobiernos.
P: Fuera de la escuela societaria, ¿la opinión pública en
cuántas partes se divide?
R: En tres categorías
bien distintas, a saber:
Primera: el partido conservador
que representa simplemente la
necesidad o el entendimiento del progreso, pero cuyas condiciones ignora.
Segunda: el partido del
movimiento, que representa simplemente la
necesidad o el sentimiento del progreso, pero cuyas condiciones ignora.
Tercera: un tercer partido que está en vía de formación, y que
aumenta cada día bajo la influencia general de los principios de la escuela societaria. Este partido que ha
recibido de la escuela societaria
el nombre de partido socialista, y que se recluta de entre los hombres más
razonables y de las inteligencias mejor cultivadas de los dos partidos
anteriores ya mencionados, representa en modo
compuesto la necesidad de la estabilidad y la necesidad del
progreso; pero ignora generalmente aún, las vías y los medios científicos de la
satisfacción de ambas necesidades, y por eso es que se limita a un vago e
infructuoso empirismo revolucionario.
P: ¿Cuál es el puesto
que ocupa entre los tres partidos existentes, la escuela societaria?
R: Una posición muy
determinada: su tarea consiste en desarrollar el sentimiento del progreso entre
los conservadores y el de la estabilidad entre los liberales, y en dar a
conocer a los hombres de ambas categorías, lo mismo que a los del partido que
se dice socialista, las condiciones positivas de la estabilidad y del progreso.
P: Según lo expuesto,
¿a la ignorancia de estas doctrinas puede decirse que debemos, en gran parte,
nuestros males sociales?
R: Sí señor. Es
indudable que los conservadores, de miras más estrechas, no pueden ser enemigos
del progreso real, es decir, de las mejoras sociales favorables a los intereses
de todas las clases, y que aseguren los intereses de la sociedad. De la misma manera
puede asegurarse que los revolucionarios que atacan con tanta furia el orden de
cosas existentes, no lo hacen porque sean enemigos del principio de la
estabilidad, sino porque esperan con su sistema, fundar este principio sobre
más sólidas bases.
P: Bien. ¿Y qué resulta
de esta observación?
R: Que los
conservadores no son, por lo tanto, enemigos absolutos del progreso, ni los
revolucionarios enemigos absolutos de la estabilidad, y desde el momento en que
los primeros vean que la estabilidad nada tiene que temer del progreso, y los
segundos que éste no es incompatible con la estabilidad, se refundirán en una
sola opinión, porque todos serán a un mismo tiempo conservadores y
progresistas.
P: ¿Qué diferencia nota
usted entre la escuela societaria
y los otros partidos de que se ha hecho referencia?
R: Que al proclamar
dicha escuela, radicalmente vicioso el estado de cosas actual, se diferencia de
los otros partidos en que no quiere destruirlo, sino transformarlo por la
acción libre de los individuos; por la aplicación espontánea en la organización
del principio de asociación a los elementos libres que caen bajo el dominio de
la acción individual.
Así, pues, proclama radicalmente vicioso el estado de cosas actual,
radicalmente insensato su derrumbamiento y destrucción, pero indispensable su
transformación en un estado de cosas mejor, por las vías y los medios que la
razón apruebe, que la experiencia pueda confirmar, y aceptar todos los
intereses, porque tales son las condiciones que determinan el criterio del
progreso real y positivo en el orden humano.
*** Lección V: Condiciones del orden y de la libertad / Carácter intrínseco de la doctrina societaria
P: Una vez establecidos los principios y reglas a que deben someterse
las teorías de reforma social, desearía se sirviera usted ocuparse en la
presente lección de la hipótesis social acerca del plan especial propuesto por
Fourier y su escuela, para mejorar la sociedad actual.
R: Queda establecido
que la escuela societaria que
intenta imponer su sistema a la sociedad actual, por otra fuerza que la
espontánea voluntad y libre aceptación del público convencido de su bondad; que
sólo aspira a darlo a conocer por medio de la propaganda escrita y oral, y
hacerlo juzgar por la vía de la que atacan con tanta furia el orden de cosas
existente, no lo realiza por sí misma y libremente, después que haya podido
conocerlo y juzgarlo por experiencias locales convenientemente realizadas.
El sistema societario descubierto por Fourier y propuesto por la escuela societaria sea bueno o malo,
justo o falso, esto no impide que nos ocupemos relativamente a la propagación
que hacemos en la sociedad actual, la posición más legítima posible, puesto que
no aspiramos a imponerla, ni tampoco a una aplicación general, sino a un ensayo
local, a una experiencia práctica, para que la sociedad pueda juzgar, dejando
la generalización de nuestro sistema a la espontánea y voluntaria acción de la
humanidad, que si lo encuentra superior al sistema actual no dejará de
apresurarse a apropiárselo, tan luego como vea sus benéficos y consoladores
resultados.
Fourier y su escuela proceden a la manera de los sabios e ingenieros, que hacen
un descubrimiento y piden que se pruebe su bondad ensayándolo, y no a manera de
los reformadores políticos, que han obrado o pretendido obrar sobre la
sociedad, formulando leyes, creencias y obligaciones, derechos y deberes nuevos
e imponiendo reformas por una legislación apasionada y espuria las más veces.
Si el sistema societario se generaliza a consecuencia de las experiencias que
den a conocer definitivamente su valor real, es incontestable que una
transformación tan profunda, haciendo triunfar la verdad y la unidad, llevará
consigo costumbres ideas, reglas, hábitos civiles y morales, y creencias
filosóficas, en general, diferentes de las diversas que hoy imperan en unos o
en otros pueblos. Pero procediendo a la inversa de todos los otros reformadores
políticos o sociales, Fourier y sus discípulos no pedimos a la sociedad actual
que remplace hoy sus creencias, leyes y costumbres, por la que según su
hipótesis científica llegarán un día a generalizarse sobre la tierra; y aún hay
más, y es que cualquiera que sean, en cuanto a estos diferentes objetos, las
opiniones fundadas o no de la escuela
societaria, esta escuela solamente quiere hacer la experiencia
local de las costumbres y reglas que prevé deberán realizarse un día,
plantándolas experimentalmente en una colonia.
Estos puntos demasiado importantes, exigen una dilucidación concreta, para la
cual reclamo toda la atención del lector.
*** Lección VI: De las leyes y de la reforma social
P: Sírvase usted decirme qué entiende por procedimiento seriario.
R: El procedimiento seriario
no es otra cosa que el procedimiento general de la clasificación, que consiste
en dividir los órdenes en géneros, los géneros en especies, las especies en
variedades, etcétera.
Fourier ha descubierto las formas generales y las admirables propiedades
generales de este procedimiento empleado únicamente hasta ahora en ciertas
ciencias y en abstracciones; pero que goza además la propiedad de producir el
orden en los hechos industriales de actividad y de relaciones individuales y
colectivas, en todos los actos de la vida a que se sepa aplicar. No es este
punto el a propósito para dar a conocer estas propiedades del principio serial,
que están expuestas en las obras principales de la escuela y de su fundador.
Basta a nuestro objeto dar a conocer la existencia de un principio generador de
todo el sistema societario.
P: Sírvase usted
explicar algunos hechos generales.
R: Como concepción
teórica, el sistema de Fourier abraza todas las relaciones sociales de los
hombres entre sí, y de los hombres con las cosas; su sistema abraza virtual y
teóricamente todas las leyes de las relaciones individuales, civiles, políticas
y morales que pueden concebirse en la humanidad. Como teórico-científico, el
sistema de Fourier presenta por regla de todas las relaciones individuales y
sociales, un solo principio orgánico, el principio de la ordenanza serial.
La aplicación de la ley serial, a la combinación y ordenamiento de todas las
relaciones sociales, tal es integralmente la concepción orgánica de Fourier.
P: ¿Qué más puede usted
decirnos respecto a la bondad de la hipótesis de Fourier y de su escuela?
R: Que ésta consiste en la aplicación
de la ley serial a la combinación de todas las relaciones sociales, la cual
establece la armonía en todas estas relaciones; es decir, que esta aplicación
produce en la sociedad humana el orden absoluto, por la libertad absoluta.
P: Y si la hipótesis de
Fourier llegara a ser sancionada por la experiencia, ¿qué fin tendrían las
prescripciones morales, civiles y políticas, que tienen hoy un carácter
imperativo de prevención y de represión?
R: Serían inútiles y
dejarán de ser un medio práctico de orden en la sociedad.
P: ¡Cómo inútiles!
¿Inútiles las leyes morales, civiles y políticas?
R: Sí señor, inútiles porque
esas leyes que imponen, moral o físicamente a los hombres, obligaciones
restrictivas a la libertad, con objeto de mantener el orden en condiciones
sociales, en que la libertad es generalmente incompatible con el orden,
perderán su razón de ser, en condiciones sociales que produzcan el orden, por
la armónica manifestación de la misma libertad.
P: Sírvase usted
ampliar sus razonamientos.
R: Los principios obligatorios de la moral, y el derecho que
tiene la sociedad de imponer a la libertad restricciones necesarias, a la
defensa o a la garantía del orden social, no pueden nunca desaparecer
virtualmente, sólo que, a medida que la sociedad es menos imperfecta, es menor
la necesidad que hay de recurrir a ellos.
Así por ejemplo, cuando todos los hombres se horroricen ante la idea de hacer
mal a sus hermanos, y se sientan apasionados por hacerles bien, ya no será
necesario invocar como regla de conducta el principio moral imperativo: no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti,
sin que por eso deje de existir el principio, y de ser imperativo en caso
necesario, aunque dejado muy atrás por las costumbres.
P: ¿En cuántos géneros
se dividen las prescripciones o leyes de que se ha hecho referencia?
R: En dos.
P: Sírvase usted demostrarlas.
R: El primero comprende
las leyes fundadas en principios absolutos y eternamente obligatorios, tales
son las prescripciones revestidas de formas jurídicas, morales o religiosas,
que prohíben, reprimen y castigan lo que es innato
en sí, o que ordenan lo que es bueno
en sí. Estas leyes, como hemos dicho, pueden llegar a ser inactivas
en buen sistema social; pero nunca podrán ser proscritas; estas leyes son
imperecederas, en cuanto al fondo. Será excelente hacer enteramente superflua
su intervención, pero sería inmoral y absurdo condenar los principios en que se
funda.
El segundo género comprende las leyes disciplinarias, cuya obediencia es
relativa o condicional, y esencialmente variables. Estas leyes, son las que
prescriben las disposiciones de las reglas políticas civiles o morales que el
legislador ha creado más a propósito, en un estado social determinado, para
establecer o conservar el orden, tal como él le concibe, o que es concebido en
el estado social a que se aplican.
P: ¿Cómo puede considerarse
este género de leyes?
R: Como procedimientos
de orden, más o menos imperfectos, formas que cambian generalmente según los
lugares y los tiempos. Estas costumbres, estas disposiciones, estas formas
disciplinarias, juzgadas favorables al orden, en un estado social particular y
sancionadas por la autoridad de la ley y de la moral, no tienen nada de
absolutas en sí mismas, dependen exclusivamente de la autoridad que las ha
creado, que las impone y que las modifica, y no son obligatorias sino en tanto
que subsisten como reglas de orden y que no son abrogadas y remplazadas por
otras instituciones, por otras costumbres y por otras formas reconocidas como
más favorables al fin social.
Así, pues, toda ley es imperativa y obligatoria en tanto que existe como regla
general de orden; pero hay leyes fundadas sobre principios absolutos y eternos,
y otras que dependen de las condiciones variables del medio social, y que
cambian al gusto de los poderes legislativos, políticos y religiosos.
*** Lección VII: Continuación de la anterior
P: ¿Cuáles son las necesidades que deben satisfacerse para la
perfección de una sociedad?
R: Una sociedad
perfecta, sería aquélla en la cual las prescripciones de las leyes del primer
género, las prescripciones de las leyes absolutas, increadas y eternas, fueran
realizadas y aun sobrepujadas por efecto de la atracción, del amor, de la plena
libertad, y en la cual, al mismo tiempo, las instituciones, costumbres y formas
empleadas para regularizar las relaciones humanas, y coordinarlas con el fin
social, estuviesen tan en armonía con la naturaleza del ser humano, que
favorecieran la libertad, en lugar de contrariarla; y el carácter de tales
leyes o forma reglamentaria, sería el de subsistir y practicarse, sin recurrir
a ninguna coacción moral o religiosa, sin el apoyo de ninguna ley general
imperativa.
P: Luego, es
incuestionable que a la imperfección de las instituciones sociales debe la
humanidad los males que deplora.
R: Es una cosa averiguada
que las instituciones, costumbres y formas disciplinarias, tan diversas y con
frecuencia contradictorias, que rigen hoy en las naciones las relaciones de los
hombres, no pueden generalmente sostenerse más que por el socorro de las
prescripciones religiosas y la coacción legal. Estas formas están, pues,
todavía lejos de haber alcanzado el carácter de perfección o de realizar el
orden por medios tan favorables a la libertad, que no tengan necesidad de
apoyarse sobre ninguna clase de compresión para sostenerse.
P: ¿Qué circunstancias
debe tener un sistema social para que sea considerado superior al existente?
R: Si hay algo
incontestable en el mundo, es que un sistema social, en el cual la realización absoluta del bien general resultase de
la libertad absoluta del individuo, sería el sistema social más perfecto que
pudiera conocerse.
P: ¿De qué manera
determina usted las condiciones de ese sistema?
R: Para determinar
teóricamente sus condiciones, es absolutamente necesario estudiar las condiciones
naturales de la libertad absoluta del hombre, y calcular las combinaciones
sociales capaces de producir el orden fundándolo sobre esta libertad absoluta.
Así es, justamente, como ha procedido Fourier, para calcular y determinar las
combinaciones sociales, cuyo ensayo y comprobación experimental no ha dejado de
proponer a la sociedad hasta el último día de su existencia.
P: ¿Qué medios se ha
puesto en planta para contener la producción del mal y alcanzar la realización
regular del bien posible?
R: Hasta Fourier, se ha
tratado solamente de reducir la suma del mal y obtener una garantía relativa de
orden contra los ataques de la libertad, comprimiendo al efecto el ser humano,
o lo que es lo mismo, encerrando pura y simplemente la libertad pasional de
cada individuo en un círculo de acciones y de prescripciones, del que la ley,
la moral y la religión lo prohíben, con
razón, salir, porque fuera de ese círculo, el desarrollo dé su
libertad será o podrá ser funesto. Siguiendo esta vía de reacción contra la
libertad, a nombre del orden, es un hecho incontestable que sólo se ha llegado
a contener la producción del mal en ciertos límites, sin alcanzar la
realización regular y general del bien.
P: ¿De, qué manera ha resuelto Fourier
este problema?
R: Fourier, para
resolver el problema de la extinción del mal, de la producción regular del bien
y de la garantía absoluta del orden, ha especulado sobre la libertad misma,
dándose por tarea el determinar una combinación de relaciones sociales tal, que
la libertad esté siempre interesada en la conservación del orden, y la pasión
individual siempre tendiendo al bien. Siguiendo esta vía, Fourier ha llegado a
una combinación que en nuestro concepto resuelve este inmenso problema.
P: Explique usted la
divergencia del ideal de Fourier con las doctrinas sociales que actualmente
rigen en la humanidad...
R: Filósofos,
moralistas, legisladores y reformadores, se han preocupado sobre todo de obrar
sobre el individuo imperativamente por el deber, por la ley, por la comprensión
moral o por la represión física, para encadenar las pasiones y los intereses
individuales dentro del límite en que han creído poder ser causa del mal.
Fourier no ha querido negar el carácter imperativo del deber y de la ley; por
el contrario, ha ido mucho más allá de las regiones del deber y de la ley,
proponiéndose determinar las combinaciones sociales en que las pasiones y los
intereses individuales se dirigieran siempre y espontáneamente hacia el fin
social que legitima el deber y la ley.
Legisladores, filósofos, moralistas y reformadores han querido obrar sobre el
hombre, para encadenarle moral y físicamente, para sujetarle al mecanismo
social existente, cualquiera que éste fuese.
Fourier pretende obrar sobre la forma social, para transformar su mecanismo,
acomodándole a las exigencias de la naturaleza humana.
Fourier no viene, por tanto, a atacar el fin social de la moral, de la religión
ni de la ley, sino que ofrece el medio de hacer cumplir ese fin, por la
libertad y por la atracción pasional.
En una palabra, lo que Fourier y sus discípulos encontramos completamente falso
y absurdo como moralistas, filósofos y legisladores, no es el haberse servido
de la compresión contra ¡os actos subversivos de la libertad y de las pasiones
humanas, para disminuir el mal, sino el no haber buscado los medios de realizar
completamente el bien, interesando en él a la libertad y a las pasiones mismas.
Lo que Fourier y sus discípulos condenamos altamente, no es que hayan procedido
contra los extravíos y desórdenes de las pasiones humanas, sino el que se hayan
contentado con el sistema de reprimir sus extravíos, cuando era necesario
buscar las condiciones sociales que abriesen a las pasiones un campo inmenso de
manifestaciones útiles, convergentes siempre al bien individual y común, sin
que por eso se desarmase a la sociedad de su derecho de represión, como
legítima defensa contra la acción subversiva de las pasiones, si esa acción
subversiva se producía, siquiera fuese excepcionalmente.
*** Lección VIII: Correlación y unión absoluta del orden y de la libertad
P: Sírvase explicarme la concepción de Fourier y de su escuela
sobre la forma social y sobre el gran problema del orden y de la libertad.
R: La forma social puede
ser falsa o justa, conveniente o inconveniente a la naturaleza humana y a las
condiciones de su desarrollo normal.
La forma social más falsa, más imperfecta, es la que establece la más grande
incompatibilidad entre el orden y la libertad.
La forma social más justa, más perfecta, es la que establece la más grande
compatibilidad entre el orden y la libertad.
La forma social más imperfecta, tiene fatalmente por carácter esencial que el orden
exhibe en ella, el arsenal más completo de leyes represivas, civiles,
políticas, morales y religiosas, para enfrenar la libertad, lo más
enérgicamente posible.
La forma social más perfecta, tiene forzosamente por carácter esencial, que
para conservar el orden no necesita hacer uso contra la libertad de leyes de
represión o de compresión civiles, políticas, morales o religiosas.
P: Manifieste usted sus
consecuencias.
R: La primera, obliga a
reconocer por principio la legitimidad teórica de las leyes disciplinarias
preventivas o represivas, establecidas por la sociedad para mantener el orden
en, su seno, y ésta impone a cada uno el deber de conformar prácticamente su
conducta a las leyes, en tanto que la sociedad las juzgue necesarias para
conservar el orden relativo e imperfecto que dichas leyes le procuran.
La segunda, obliga a reconocer la necesidad de buscar teóricamente las
combinaciones sociales, gracias a las cuales la represión y la compresión dejen
de ser medios de obtener un orden imperfecto y relativo, o lo que es lo mismo,
a buscar la combinación natural en que el orden resulte de pleno
desenvolvimiento de la libertad misma, y a comprobar prácticamente las
combinaciones que pudieran proponerse para resolver este problema supremo.
P: ¿Cuál es la
tendencia principal de la escuela
societaria?
R: La escuela societaria tiende a la más
completa satisfacción de la libertad humana; pero en situaciones sociales
prácticamente experimentadas, en las cuales el desenvolvimiento de la libertad
individual se concilie y combine perfectamente con el orden general.
P: ¿Qué sacrificios
reclama la doctrina societaria, para que se realice la solución de este
problema?
R: De acuerdo con el
buen sentido práctico, proclama más altamente que ninguna otra doctrina la
necesidad del sacrificio más o menos completo de las pasiones y de las
libertades individuales; la necesidad de la compresión y de la represión,
dentro de ciertos límites, como barreras indispensables contra el desorden,
como condiciones obligadas y obligatorias del bien, en tanto que la forma
social no sea bastante perfecta para armonizar plenamente la libertad
individual con las exigencias del orden colectivo.
P: ¿Pues qué el estado
social existente no garantiza el orden ni la libertad?
R: Si hay un principio
evidente, es que el orden social está tanto menos garantizado en la sociedad
cuanto está más expuesto a los ataques violentos por parte de la libertad; o de
otra manera, cuanto mayor es la compresión que la forma social exige, y está
forzada a ejercer contra la libertad.
P: Según lo expuesto,
¿el orden no puede ser realizado absolutamente en la sociedad, sino a condición
de que haya tal combinación de relaciones sociales, que por ella se utilicen
prácticamente para el orden y para el bien general, todas las tendencias de las
pasiones individuales, todas las aspiraciones naturales de la libertad humana?
R: Sí señor,
concibiendo la escuela societaria
las condiciones absolutas del orden y las de la libertad, y demostrando la
identidad de estas condiciones, puede estimarse que es la única que defiende
con lógica verdaderamente rigurosa y con certidumbre científica, el orden
práctico contra los ataques de la libertad, en la forma social actual, en la
que el desenvolvimiento de esta libertad tiende al desorden. Y por la misma
razón, es por lo que esta escuela defiende la causa del desarrollo de la
libertad humana, salvo el descubrimiento y prueba de la forma social, hasta
ahora nunca realizada, en que la libertad del individuo coincide en todas sus
partes con las exigencias del orden.
Por eso, al anunciar que la concepción absoluta del orden es inseparable de la
concepción también absoluta de la libertad; que estos dos hechos son
correlativos, y por consecuencia, que la libertad no podrá realizarse ampliamente
más que cuando se realicen combinaciones sociales en que tienda directamente a
producir el, orden, enunciando este principio completamente nuevo, aunque
vagamente presentido, la escuela societaria
defiende lo mismo las necesidades prácticas de las represiones morales,
religiosas y jurídicas contra toda libertad desordenada, como también los
derechos absolutos de la libertad.
*** Lección IX: Transformación social
P: Sírvase usted explicar los principales fundamentos del
sistema societario.
R: Toda ciencia se
funda en una fórmula o en una hipótesis demostrada a priori o a posteriori.
En una ciencia de teoría o explicación, como por ejemplo la astronomía, la
física, etcétera, la prueba a posteriori
de una hipótesis presentada, consiste en la explicación, por hipótesis, de
todos los hechos que son del dominio de la ciencia a que se refiere.
En las ciencias de aplicación, como en la mecánica industrial, por ejemplo,
toda nueva hipótesis presentada, o lo que es lo mismo, todo proyecto de mecanismo
nuevo, se prueba a posteriori
por la realización práctica de la hipótesis o proyecto y por la experiencia del
mecanismo realizado.
P: Explíqueme usted el método de prueba propio de las ciencias
de aplicación.
R: Si se trata de motores
de fuego, por ejemplo, es evidente que la hipótesis más perfecta, será la que
por medio del aparato más económico, utilizara toda la fuerza motriz del fuego,
sin que parte alguna de esa fuerza se gaste en esfuerzos inútiles, y mucho
menos perjudiciales o peligrosos.
En el caso que una máquina tan perfecta se descubriera, en la cual los planos
fuesen trazados por los ingenieros que los hubiesen estudiado, y que éstos
estuviesen seguros a priori, de
que este mecanismo era llamado, por su perfección, a sustituir rápidamente los
motores más imperfectos inventados anteriormente, ¿no sería el colmo de la
extravagancia, por parte de estos ingenieros, excitar a la supresión, a la
abolición, a la destrucción de todas las máquinas existentes, pedir una ley que
decretase la adopción inmediata y universal de la nueva máquina?
Lo lógico, lo prudente, sería dejar trabajar las máquinas viejas hasta que
ensayada la nueva y conocidas prácticamente sus ventajas, pudiera aplicarse
sucesivamente por cada uno, según el interés que ella tuviera.
P: Según esto, Fourier
y sus discípulos, al proponer a la sociedad un nuevo mecanismo para combinar
las relaciones humanas, ocupamos el puesto del ingeniero que inventa una
máquina.
R: Exactamente, somos
los ingenieros sociales.
Fourier y sus discípulos hemos presentado a nuestros contemporáneos el plan de
un nuevo mecanismo social propio, según nosotros, para utilizar toda la energía
de la fuerza motriz que reside en la naturaleza humana, sin que ninguna parte
de esta energía pueda querer, en este nuevo sistema, desenvolverse con
esfuerzos perjudiciales o peligrosos. Y así como los ingenieros sensatos hacen
con las máquinas viejas, mientras las nuevas no estén probadas; así también
nosotros nos guardaremos bien de pedir la destrucción violenta de los malos
mecanismos sociales que existen actualmente sobre la tierra, reservándonos el
derecho de criticar sus imperfecciones y poner de manifiesto las disposiciones
superiores del nuevo mecanismo que nos hemos propuesto ensayar, y cuyo experimento
deseamos dar a conocer prácticamente a la sociedad, para que pueda juzgarlo con
conocimiento de causa, y aceptarlo o rechazarlo, según le convenga.
P: ¿Y de qué manera deben
preverse los trastornos que pudiera originar a la sociedad el ensayo que
hacemos del nuevo mecanismo?
R: Aunque estamos
convencidos de que la nueva máquina no presenta el menor peligro, no por eso
pediremos que en el ensayo de este mecanismo, lo mismo que en las aplicaciones
ulteriores que de él puedan hacerse, se supriman las precauciones que la
sociedad toma hoy contra los peligros del mecanismo social actual, precauciones
que tiene y tendrá el derecho de tomar mientras lo crea necesario.
P: ¿Cree usted que el
nuevo mecanismo de que venimos hablando, sustituye algún día a las diferentes
reglas que hoy sirven de norma al existente?
R: Sí señor, el
mecanismo propuesto por Fourier, que es el procedimiento
serial que él ha descubierto, goza de la propiedad de establecer la
armonía plena y entera entre el orden y la libertad, en todos los ramos
sociales a que-se aplica. Este procedimiento de orden y de libertad, esta nueva
regla se sustituirá un día a todas las diferentes reglas, a todas las leyes disciplinarias,
imperfectísimas, contradictorias, pero que son hasta ahora los únicos medios de
sostener un orden vacilante y una libertad restringida en las sociedades
humanas.