#pubdate 2013-05-26 00:12:51 +0000 #title Diálogos anarquistas #subtitle Un coloquio sobre teoría y práctica en torno a la denominada Tendencia Informal Anarquista #LISTtitle Diálogos anarquistas #author Gustavo Rodríguez #SORTauthors Gustavo Rodríguez #SORTtopics Insurreccionalismo, Informalismo #source Recuperado el 2 de junio de 2013 desde [[http://www.hommodolars.org/web/spip.php?article4755][www.hommodolars.org]] #date 2012 #notes Entrevista realizada por el colectivo editorial de Conspiración Ácrata al compañero Gustavo Rodríguez. Publicado originalmente en septiembre de 2012. #lang es *Continuando con la serie de entrevistas que hemos venido publicando bajo el sugestivo título “Diálogos Anarquistas”, en esta ocasión les presentamos una “conversación” entre l@s miembr@s del colectivo editorial de Conspiración Ácrata y el compañero Gustavo Rodríguez. Una vez más, expresamos nuestro agradecimiento a tod@s l@s compas que hacen posible estos intercambios de ideas y experiencias.* C.A: Con la reciente captura y posterior encarcelamiento de nuestro compañero Mario Antonio López “Tripa”, se suscitó una cadena de reacciones al interior del denominado “movimiento” anarquista en México; asimismo, se produjo una ola de solidaridad inusitada en la que se han logrado articular diferentes tendencias del pensamiento ácrata, incluso algunas muy distantes (teórica y prácticamente hablando). Lógicamente, también se han manifestado tras el telón severas críticas y condenas al modelo prevalente de acción anárquica, responsabilizándolo —de antemano— de un posible embate represivo contra el anarquismo en general. Vale aclarar oportunamente que desde el exterior sólo hemos recibido mensajes afectivos de total respaldo, por parte de incontables grupos y compañer@s afines, así como, algunos comunicados reivindicando acciones de solidaridad directa con el compa Mario y la compañera Felicity, contra quien pesa una orden de búsqueda y captura. Dicho esto, nos gustaría que nos compartieras tu opinión sobre los hechos. Ante todo, quiero enviar un gran abrazo rabiosamente anárquico al compañero Mario y la compañera Felicity y expresarles toda mi solidaridad, en estos momentos difíciles por los que atraviesan. Además, tengo que manifestar mi profundo pesar por su encarcelamiento. Definitivamente, la prisión es el único lugar donde no debe de ir a parar nunca un anarquista, aunque, paradójicamente, las cárceles sean tan frecuentadas por los amantes de la Acracia. Para los anarquistas, vernos privados de la libertad y a merced de las ordenanzas y los dispositivos disciplinarios, tiene muchísimas más connotaciones que para el resto de los mortales, mucho más adoctrinados en los menesteres reverenciales y muy bien amaestrados para la aceptación de los mandatos. Indudablemente, bajo la lógica represiva de la dominación y su control social —donde se persigue y castiga la “ilegalidad”—, todos los “ilegales” en algún (mal) momento de nuestras vidas hemos visitado estas instalaciones “correccionales”. Sin embargo, aunque estamos conscientes de que la cárcel es una posibilidad real que puede depararnos la lucha; eso no quiere decir que la prisión sea un lugar inevitable para los anarquistas consecuentes. De todos modo, como señalan las compañeras y compañeros de la , encarcelados en Grecia: «es importante que cada uno de nosotros, que optamos por ser negadores del Poder y lobos en la sociedad de las ovejas, se prepare para esta eventualidad[1]». Ser anarquistas no es sinónimo de ingenuidad, mucho menos de “imbecilidad” como quieren presentarnos algunos “libertarios” federados. No tenemos vocación de mártires y sentimos una profunda repulsión por los héroes y sus cánticos de abnegación y sacrificio. Todos somos responsables y conocemos el nivel de peligrosidad que implican ciertas acciones, por lo que se toman las precauciones necesarias y se eligen los medios más adecuados para realizarlas. No podemos renunciar a priori a la práctica anárquica argumentando que, bajo las actuales condiciones de control impuestas por la dominación, es imposible desarrollar la lucha; esto sería aceptar resignadamente que el anarquismo se reduce a la charlatanería discursiva, la posé estética, la antropología aséptica y las predicciones evolutivas. Tampoco podemos apelar al victimismo aceptando las categorías que impone la dominación con sus distinciones legaloides de clara etimología cristiana: “culpables” o “inocentes”. Desde el momento en que nos asumimos Anarquistas, somos CULPABLES —y a mucha honra— ante el sistema de dominación: Culpables de beligerar incansables contra todo poder. Culpables de impulsar hasta las últimas consecuencias nuestra gestualidad transgresora. Culpables de incitar la subversión. Culpables de practicar lujuriosamente la irreverencia y de fomentar la iconoclastía. Culpables —con alevosía y premeditación— de parricidio. Culpables de afanarnos nuestras vidas y de vivirlas en absoluta e irrestricta Libertad. Eso es ser y estar Anarquista. Cualquier otra acepción es simple y llanamente pura verborrea y vulgar egolatría. En este sentido, celebramos la postura irreductible del compañero Mario, quien ha optado dignamente por dejar de cooperar con la Autoridad y sus lacayos. En su segundo comunicado público del mes de julio, el compañero Mario deja sentada esta reafirmación de principios: «Después de reflexionar profundamente durante todos estos días, es muy posible que de aquí en adelante comience a negarme a colaborar con los interrogatorios y dictámenes de la parte acusadora, cosa que debí haber hecho desde el principio. Aunque legalmente no sea buena estrategia, como algunas personas me aconsejan, esta decisión tiene más relación con mis convicciones y es la consecuencia de mi posición frente a la autoridad y ante cualquier Poder[2]». Sin lugar a duda, sus palabras evidencian un posicionamiento firme. Aplaudimos la valentía que manifiesta nuestro compañero —no esperábamos menos—, sin embargo, consideramos que la toma de este tipo de decisiones debe ser totalmente individual; por lo tanto, respetamos aquellos compañeros y compañeras que optan por la lógica estrategia de agotar todos los recursos legaloides. Desde luego, sin caer en las repulsivas posiciones de quienes se asumen como “víctimas” y apelan a la “reparación moral, emocional y física del daño”, al “castigo legal de los representantes de la Ley que infringieron en violaciones y abusos de autoridad” o exigen la “indemnización económica”, persuadidos por los leguleyos que los representan o influenciados por las nefastas prácticas del izquierdismo pululante y vomitivo. Aunque, suscribo la opción antijurídica, siempre he considerado que la misma debe ser una iniciativa personal. No puede ser impuesta a manera de «acuerdo» tácito ni, mucho menos, asumida como la «actitud anárquica» correspondiente. Como bien afirma nuestro querido Stefano[3], si cada vez que nos detienen asumimos a priori la responsabilidad de los actos que se nos imputan, hoy estaríamos atiborrando las cárceles del mundo. No tenemos porque facilitarle la tarea represiva a la dominación. Considero que, a no ser que todas las «pruebas» indiquen de antemano claramente nuestra vinculación a los hechos, no tenemos porque asumir la «culpabilidad». En realidad, esa postura de “mártir”, termina por apropiarse una suerte de moral cristiana que es tan nefasta —o mucho más— que caer en el juego jurídico de «culpables» e «inocentes». Ese tipo de prácticas llevó en el pasado a muchísimos compañeros de praxis a adoptar posiciones tan absurdas como llegar a entregarse a las autoridades después de realizar un atentado o cometer una ejecución, lo que mermó nuestras filas considerablemente. Por eso, hay que tener muy en claro las posturas: una cosa es la posición antijurídica y otra, el talante cristiano de «mártir» dispuesto a dejarse comer por los leones. Y bueno, en referencia a “la cadena de reacciones” que ha motivado al interior del denominado “movimiento” anarquista en México, la detención del compañero Mario y la «solidaridad inusitada en la que se han logrado articular diferentes tendencias del pensamiento ácrata» sólo quisiera agregar algunas consideraciones que me parecen importante señalar, aún corriendo el riesgo de ser diagnosticado (una vez más) con un profundo “pesimismo patológico”. No debemos sobredimensionar estas “alianzas” circunstanciales ni adoptar un optimismo desmedido ante estos momentos de “unidad” aparente, mucho menos, si estos “lazos” eventuales se erigen únicamente en la palabra escrita y no en los hechos. En realidad, ante la ausencia de un paradigma anárquico renovado, estos “encuentros”, como acertadamente nos recalca el compañero Daniel Barret (Rafael Spósito), «no hacen otra cosa que enmascarar las debilidades de fondo y los problemas compartidos sin resolver[...]Las unificaciones circunstanciales —cuando efectivamente llegan— son apenas el resultado espasmódico y repentino de una fuerza exógena, pasajera y de protagonismo extraterritorial: una multitudinaria demostración callejera en la que reunir voces y banderas durante el lapso de algunas horas, **una campaña de solidaridad con compañeros presos y muy poca cosa más**»[4]. (Negrita nuestra). En esta misma tesitura, tenemos que leer las “críticas y condenas al modelo prevalente de acción anárquica”. Ante la ausencia de un paradigma anárquico, esta suerte de eclecticismo libertario que padecemos, se impone sentenciando a priori todo lo que amenace su comodidad y continuidad. El “pluralismo libertario” —al que tanto apelan— brinda un amplio abanico de «poses», donde tienen cabida infinidad de discursos “costumbristas” que, desde la propia lógica de la supervivencia, obstruyen —deliberadamente— la vitalidad de la Anarquía. Indudablemente, estas poses“libertarias” le temen al Caos y al desorden, porque en el Orden y la estabilidad aseguran su existencia. Esto lo pudimos constatar recientemente en la cualidad delatora de los neoplataformistas bolivianos que, temerosos de perder el cobijo del gobierno populista de Evo Morales, denuncian inmoralmente el accionar consecuente de compañeros anarquistas de praxis. El mismo razonamiento vale para las voces que en México responsabilizan a la práctica anárquica consecuente de «un posible embate represivo contra el anarquismo en general». Aunque hasta ahora han susurrado sus comentarios en voz muy baja; indiscutiblemente estos balbuceos se engarzan con el cinismo inmovilista de la Federación Anarquista Italiana y sus “acusaciones públicas”, repletas de descalificaciones y epítetos contra nuestras compañeras y compañeros presos en las mazmorras italianas y en las cárceles del mundo[5]. Estas posturas nefastas renuncian a «estar» anarquistas, optando por la simulación discursiva y el acomodo a las condiciones que impone la dominación. Basta con echarle un somero vistazo a los múltiples portales y blogs que dan puntual cobertura al accionar informal anárquico[6] para verificar que el informalismo comienza a dibujarse como “modelo prevalente”; sin embargo, debemos ser conscientes de que ninguna práctica, sector o tendencia, del denominado “movimiento” goza en la actualidad de plena autosuficiencia. No podemos confundir los avances sectoriales con el desarrollo del “movimiento”. La posibilidad de potenciar al “movimiento” va de la mano de la construcción y desarrollo de un nuevo paradigma anárquico. De ello depende nuestra proyección. C.A: Platícanos algo sobre los proyectos, iniciativas y publicaciones en las que has participado. Más que nada, nos gustaría que compartieras con nuestr@s lectores un poco de tu trayectoria y que nos contaras algo de la historia del anarquismo que te ha tocado vivir y de cómo te acercaste al ideal ácrata. Si nos tomáramos en serio el recuento de los proyectos e iniciativas anarquistas en las que he participado, nos llevaría unas cuantas páginas relatarlo y no precisamente porque haya sido un “militante” ejemplar ni nada que se le parezca sino por el montón de años que han transcurrido desde mis primeros acercamientos a tiendas libertarias. Como decía uno de los artífices del «revival» de la Federación Anarquista de México(FAM), refiriéndose a mí con gran sentido del humor: “es un anarquista de la tercera edad”; así que, lógicamente, hay muchos años de por medio y muchos intentos que se han quedado en eso e infinidad de iniciativas que podríamos ponernos a contar y estar hablando hasta mañana. Y bueno, preferiría comenzar a responder esta extensa interrogante, comentando el final de la pregunta, por lo que tendría que reiterar lo mismo que siempre manifiesto cada vez que contesto una entrevista: Llegué al “ideal ácrata” de la misma forma que nos acercamos todos —o al menos casi todos—; por esa suerte de reafirmación individual sólidamente fundada en una crítica radical del Poder, un rechazo absoluto a la dominación y una inconmovible ética de la libertad. Desde luego, también he de reconocer las influencias de mi abuelo materno (Agustín “Tinto” Romero) qué, aunque nunca me “adoctrinó” en las ideas, en más de una ocasión, dejó a mi alcance uno que otro libro decisivo; además de hacerme partícipe de más de una de sus anécdotas y cómplice de sus feroces balances políticos. Sería un poco largo y bastante aburrido, ponerme a enumerar una por una las distintas experiencias libertarias en las que he estado involucrado. A grandes rasgos —tratando de sintetizar—, podría mencionar algunos proyectos e iniciativas en los que he participado y que, para mí, han sido relevantes, obviando otros que, aunque en su momento parecían sustanciales, no tuvieron mayor trascendencia al interior de nuestras tiendas. En este sentido, tengo que mencionar la constitución de la Alianza de Solidaridad de los Trabajadores, WSA, por sus siglas en inglés. Una iniciativa anarco-sindicalista que por allá por los primeros años de la década del ochenta, tuvo su peso específico al ser un referente disidente de la histórica IWW(Trabajadores Industriales del Mundo) que para las fechas había sido secuestrada por líderes sindicales liberales e infiltrada por una pandilla leninista que pretendía “controlarla o destruirla”, por lo que comenzó a gestarse —entre quienes sentíamos necesario salirle al paso a estas desvirtuaciones— una escisión en la IWW. Cabe señalar, que al interior del pretendido “anarcosindicalismo” estadounidense de aquellos años, no había presencia latinoamericana ni afroamericana y si la había era ridícula, por lo que resultaba de vital importancia abrir esa brecha y comenzar a trabajar con trabajadores latinoamericanos en su mayoría migrantes y jornaleros agrícolas. A comienzos de los ochenta en Estados Unidos, se respiraba una atmósfera ultraconservadora y derechista, con el neofascista de Reagan en el gobierno y el retroceso de los movimientos emancipadores (feministas, gays, indígenas, afroamericanos, etc.). El denominado “movimiento libertario” era poco menos que un espectro, reducido a grupúsculos insignificantes carentes de praxis. Atrás habían quedado los míticos años post sesentaiocho y el resurgir del *outlaw* ácrata. El anarquismo había regresado a la degeneración ideológica de la posguerra y se había convertido en una suerte de “culto” para iniciados, conformado principalmente por blancos de clase media y dividido en cinco “corrientes”: los “anarco-punks” (casi todos jóvenes, más implicados en la contracultura, la música, el alcohol y el *fashion*; los “libertarianos” (mucho más liberales y pro mercado que anarquistas); los “rainbow” (hippies, yippies y yupis herederos de «Era de Acuario», a favor de la despenalización de las drogas y la diversidad sexual); los “anarco-católicos” (monjas, ex monjas, curas y laicos, organizados en torno al “Trabajador Católico”, comprometidos con la llamada “doctrina social cristiana” e involucrados en la organización de los trabajadores católicos, las campañas contra la pena de muerte y los albergues para desamparados; y los «anarcosindicalistas» (mayoritariamente burócratas, técnicos especializados, profesionistas, maestros, oficinistas, trabajadores del sector “servicios”, pequeños propietarios, pensionados y desempleados, casi todos miembros de la IWW o cercanos a dicho sindicato). Pese a que desde la segunda mitad del siglo pasado ya se constataba el desfase teórico-práctico del anarcosindicalismo y se hacía cada vez más evidente sus contradicciones; en medio de toda esta fauna, los anarcosindicalistas eran los más cercanos al “ideal”, además de que ofrecían un limitado espacio para debatir, contactar y coordinarse con otros presuntos implicados más interesados en poner en marcha un proyecto anarquista sin apellidos. En poco tiempo la WSA comenzó a desinflarse y pasó a ser una de las tantas siglas huecas que ya para entonces pululaban bajo el manto intangible de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores), dedicados a la ficción y aficionados al lamentable rol de “abajofirmantes”. Y bueno, habría que mencionar, otro grupúsculo que, al igual que los anarcosindicalistas, se mantenían en las proximidades del “ideal” y también ofrecían un escueto espacio para el debate, las aproximaciones y la coordinación: los llamados “anarquistas sociales”. Esta gavilla contaba con una comunidad variopinta, donde predominaban los “anarco”-leninistas de todos los pelajes (trotskos, maoístas, guevaristas, titoístas, neoplataformistas y hasta proto castristas) y los “anarco”-izquierdistas, igualmente elásticos en sus denominaciones (radicales, liberales, antibelicistas, objetores de conciencia, municipalistas, anarcomarxistas, socialistas verdes, socialistas libertarios, anarcopanteristas, antiprohibicionistas y abolicionistas). Tanto un bando como el otro, eran poseedores de un menaje ideológico digno de antología, capaces de apoyar al nacionalsocialismo castrista o a la dictadura albanesa, en el campo internacional y, en lo doméstico, exigir la legalización de las drogas o de pedir el voto presidencial para el Reverendo Jesee Jackson y, continuar llamándose “anarquistas” tan frescos como una lechuga. Lo cierto es que en medio de esas dos posiciones (anarcosindicalistas y anarcoizquierdistas), encontré compañeros afines hartos del anarquismo panfletario y críticos de la penetración leninista, dispuestos a emprender otras iniciativas mucho más conducentes a la Anarquía y significativamente alejadas de las tertulias de café. Así, se puso en marcha la reactivación de la Cruz Negra Anarquista Internacional(Anarchist Black Cross), a principios del 80. Una década después de la refundación de la CNA, se había “evaporado” el espíritu refractario impregnado por sus animadores Miguel García García y Stuart Christi, inspirado en la legendaria Cruz Negra rusa de los primeros años de la Revolución soviética, perseguida por blancos y leninistas. Los “clubs” de la CNA habían degenerado en secta tolstoniana, perdiendo el rumbo de su cometido. Fue entonces que reorganizamos la CNA en Estados Unidos e impulsamos la Cruz Negra Latinoamérica, engarzando esfuerzos en diferentes países latinoamericanos y coordinando el activismo antiautoritario al interior de las prisiones en Estados Unidos, repletas de presos latinoamericanos y afroamericanos. Por esas fechas, dimos vida a un proyecto editorial bilingüe (español/inglés), la revista “A Mayor”, vocero de la Cruz Negra Anarquista Latinoamericana. Desde nuestras páginas se daba información puntual de la situación de los presos anarquistas alrededor del mundo y se apoyaba la reaparición del Dragón Negro, un suplemento ácrata, redactado y editado por afines al ideal desde el interior de las cárceles estadounidenses. Igualmente, apoyamos el “Proyecto 1313”, otra iniciativa tras los muros de las prisiones en solidaridad con los prisioneros enfermos de VIH/SIDA. Cabe destacar que, por esas fechas, eran minoría los compañeros presos en Estados Unidos. Eran los años de la denominada “guerra fría” y del financiamiento a los grupos armados leninistas por parte de la URSS, la RDA y Cuba (principalmente), razón por la que era mucho más común encontrar a militantes de estos grupos armados en las cárceles y no a compañeros anarquistas, lo que incrementaba el aislamiento y el desinterés hacia los nuestros. Los anarquistas encarcelados se reducían a un pequeño núcleo de compañeros individualistas presos por expropiación bancaria o por dar muerte a alguna sabandija uniformada. Para mediados de los ochenta, comenzó a aumentar la lista de anarquistas en prisión, dado el desencanto, la traición y la reflexión crítica que condujo a muchos exleninistas presos por pertenencia a grupos armados, a evolucionar hacia el anarquismo. Ejemplo de lo anterior, son los compañeros Kuwasi Balagon y Ojore N. Lutalo, exmiembros del Black Liberation Army o, el compañero Lorenzo Kom´boa Ervin, ex miembro del Black Panther Party —este último encarcelado en Cuba después de secuestrar un avión norteamericano en busca de asilo político en la Isla y deportado a Checoslovaquia, donde fue capturado, en extrañas circunstancias, por agentes del FBI y extraditado a Estados Unidos, donde recibió cadena perpetua. Otra iniciativa en la que participé que merece ser mencionada, fue la constitución de la Red Anarquista Revolucionaria “Amor y Rabia” y la publicación homónima de edición bilingüe. Este proyecto continental (EE.UU, Canadá y México) pretendía la coordinación entre grupos y colectivos anarquistas a lo largo y ancho de Norte América, con la intención de potencializar la contestación ácrata. Poco después de su fundación, la Red se convierte en Federación “continental” —tras un largo y tedioso proceso de discusión e infinidad de encuentros (desencuentros) y uno que otro congreso—, lo que provocó la escisión de un nutrido grupo de compañeros que no comulgaban con los principios “centralistas” que empezaban sutilmente a delinearse bajo esta estructura de síntesis. En este contexto, habíamos comenzado a centrar nuestros anhelos en las prácticas susceptibles a la “transformación revolucionaria”, haciendo énfasis en las “luchas sociales”, lo que nos llevó en 1992 a estrechar contactos con las llamadas organizaciones sociales y a supeditarnos a una agenda que, viéndolo ahora en perspectiva, era y es, radicalmente ajena a nuestros principios y objetivos. En ese escenario, arribamos a Chiapas. Infundidos por los aportes teórico-prácticos del *insurreccionalismo* “clásico”, identificábamos erróneamente en la región un conjunto de “condiciones favorables” que, toda vez que se extendiera la lucha y se multiplicara la participación consciente en la misma, podían brindar la oportunidad de llevar hasta las últimas consecuencias la “insurrección generalizada” y, una vez allí, el anarquismo tendría mucho que decir y proponer en la forja de la autonomía y las realizaciones libertarias. Así las cosas, para 1994 —en plena efervescencia del levantamiento neozapatista— habíamos emprendido varias iniciativas en las cañadas de la Selva Lacandona pertenecientes al municipio Las Margaritas, entre las que destacan la Escuela Antiautoritaria “Primero de Mayo” y el Campamento de Solidaridad Directa “Mártires de Chicago”. Vale comentar que poco después de la teatral expulsión que decretara el *Subcomediante* Marcos, declarándome “persona non grata” en sus dominios; se puso fin —por órdenes expresas del infrascrito— a los proyectos de la Federación Anarquista Revolucionaria “Amor y Rabia” en la zona. Eran los últimos días de esta organización, meses más tardes se disolvería a la sazón de su último congreso, como consecuencia de las tretas e intrigas de un grupúsculo con pretensiones centralistas —que al correr el tiempo confesó sus simpatías por el “maoísmo revolucionario”— y que, lógicamente, continuaría por un rato gozando de “picaporte” en las zonas de control del EZLN. No obstante, hubo compañeros que continuaron inmersos en las distintas dinámicas comunitarias, inspirados en una suerte de “anaco-indianismo” o “anarco-indigenismo” y/o a las órdenes de la jerarquía del Ejército Zapatista, justificando sus contradicciones en las concepciones de manufactura neoplataformista y su proyecto de “Poder Popular”. Desde entonces, he estado involucrado en la formación de varios grupos anarquistas y coordinaciones regionales, tanto en Estados Unidos como en México y uno que otro país latinoamericano. En la actualidad, estoy profundamente interesado en el desarrollo de la *Tendencia Informal Anarquista* y en contribuir —dentro de mis limitaciones— en la necesaria re-elaboración del andamiaje teórico-práctico que la justifica, facilitando la readecuación del proyecto insurreccional anárquico frente a las nuevas condiciones que impone el sistema de dominación contemporáneo. C.A: En estas fechas se ha venido dando un profundo debate al interior del espectro insurreccional anarquista, el mismo gira en torno a diferentes cuestiones organizativas, una de ellas es el tema de la informalidad anárquica y las diversas formas de entenderla. Infinidad de perspectivas han sido puestas sobre la mesa, reconocidos anarquistas insurreccionalistas como Alfredo Bonanno y Costantino Cavalleri, han expuesto sus puntos de vista sobre la “informalidad”. Así mismo, cientos de compañe@s confluidos en núcleos de afinidad e individualidades activas alrededor del mundo (incluyendo México), han expresado diversas y hasta contrastantes perspectivas respecto a la llamada informalidad anárquica. ¿Cuál es tu lectura sobre la Informalidad Anarquista y/o la organización informal anarquista? Bueno, el preámbulo a esta pregunta exige que abordemos varios tópicos, indiscutiblemente, interrelacionados. En efecto, ha vuelto a ponerse sobre la mesa la cuestión de la “Informalidad Anarquista” y ha cobrado nuevos bríos el dilema organizativo. La polémica en torno a la organización es de larga data al interior de nuestras tiendas y hasta podríamos afirmar que es una discusión bastante recurrente. Me atrevería aseverar que el debate sobre la organización viene arrastrándose desde la prehistoria misma de las ideas ácratas. El tema es el parte aguas del ideal anárquico, consolidándose con él la verdadera dicotomía que ha separado —pese a los fallidos intentos de síntesis— al “movimiento” en dos grandes vertientes: la *Tendencia Informal Anarquista* y la Tendencia partidista. Sin duda, es en los remotos tiempos de la Primera Internacional (1878) que este debate se intensifica, cuando cobra vida la concepción de “Partido”, es decir, de “partido del proletariado”, como fórmula organizativa, entre los seguidores del mayor de los hermanos Marx, frente a la postura *stirnereana* del individualismo anárquico. Los marxianos, inspirados en el análisis economicista (clases sociales), van a apostarle a la organización centralizada de los explotados bajo la dirección de su “vanguardia” (la elite intelectual burguesa autoerigida como guía conductora de la “causa del proletariado”). Cabe señalar que, para las fechas, la “intoxicación” marxiana llega a influir notablemente a los anarquistas; incluso el propio Bakunin estaría un tiempo obnubilado con las hipótesis economicistas y la organización del «Partido de vanguardia» y la “dictadura del proletariado”. Esta etapa de definiciones es aún utilizada por los anarcobolcheviques, quienes insisten en enarbolar sus aberraciones bajo el sugestivo título de “bakunismo principia”, con el objetivo de imponer la organización centralizada (Partido), como único vehículo hacia el “Poder Popular”. Y tienen razón en esto: la organización centralizada (partido de vanguardia) es el vehículo idóneo para alcanzar el “Poder Popular”, eufemismo con el que estos bolcheviques disfrazados de ácratas pretenden camuflar la dictadura de partido. Sin embargo, mienten cínicamente cuando enuncian su “bakunismo principista”, ya que es precisamente Bakunin, quien pone fin a estas ambigüedades en el anarquismo y rompe con las influencias economicistas marxianas, otorgándole peso específico al pensamiento y la acción anarquistas. Esta especificidad que brindara Bakunin y sus más cercanos colaboradores, al pensamiento y la acción anárquica, cobrará consenso en julio de 1881 durante el Congreso Anarquista de Londres, también conocido como el «Congreso de la Internacional Negra». Allí se registraría un cambio radical de perspectiva en relación a los acuerdos de Saint-Imier, al constatar que el anhelado “despertar revolucionario de las masas” nunca se concretó, lo que llevaría a replantear las tácticas anarquistas, abandonando la organización de masas y optando por la insurrección y la propaganda por el hecho, para lo que recomendaban el conocimiento de la química por su gran utilidad en la manufactura de artefactos explosivos[7]. Lamentablemente, la dicotomía que ha separado históricamente al “movimiento” en dos grandes bloques (*Tendencia Informal Anarquista* Vs. Tendencia partidista), aún no ha sido abordada con la profundidad necesaria al interior de nuestras tiendas. Con la honrosa excepción de las elaboraciones “insurreccionalistas” (que datan de finales de la década del setenta y comienzos de los ochenta del siglo pasado) y, en el ámbito latinoamericano, las puntuales reflexiones de Rafael Spósito (Daniel Barret), para muchos anarquistas contemporáneos, este problema se reduce a una cuestión de “preferencias”, dejando el asunto a la libre elección de los interesados en participar en una u otra forma de organización, sin profundizar demasiado en las implicaciones (y contradicciones) teórico-prácticas que acompañan una u otra decisión. El dilema de las formas organizativas (rígida vs. flexible/formal vs. informal), su funcionamiento y funcionalidad (organización específica permanente o temporal), en realidad, radica en la dicotomía “eficacia Vs. libertad”. Quienes optan por la eficacia de la organización “formal” (permanente y rígida) para “confrontar” de manera planificada (a través de un programa) al enemigo (organizado de manera permanente, rígida y piramidal), sacrifican la libertad y la autonomía individual efectiva. Ahora bien, aquí debemos de ser más específicos ya que este planteamiento puede ser malinterpretado y utilizado por un sector del especifismo que se agrupa en el denominado “anarquismo de síntesis” —que enarbola la IFA (Internacional de Federaciones Anarquistas)—, argumentando que esto se ejemplifica perfectamente en las estructuras autoritarias del neoplataformismo, con su marcado énfasis en la “responsabilidad colectiva”, pero que no aplica para su propuesta organizacional federativa, donde se pondera la libertad individual sobre la eficacia. Sin embargo, es evidente que el “anarquismo de síntesis” con su propuesta organizacional federativa, tampoco supera la forma organizacional de *Partido*. Si bien es cierto que bajo este tipo de estructura convive una amplia heterogeneidad —a diferencia de los agrupamientos protoleninistas inspirados en la Plataforma, donde se impone la disciplina partidista y el pensamiento único frente a la diversidad—; en lo concreto, todo se reduce a un malabarismo semántico de proporciones astronómicas, donde se opta cínicamente por el cambio de vocablos (en lugar de *Partido* se emplea *Federación*; en vez de *Comité Central* se le llama *Secretariado General*) y se maquillan los dispositivos disciplinarios —como ejemplificara con creces la CNT/FAI durante su colaboración con el gobierno republicano—. Realmente, en ambos casos, se le apuesta a la “eficacia organizativa” sólo que, en el “anarquismo de síntesis”, se intenta acompañar de la libertad, entendida esta en el sentido ordinario del término, asociado a los principios liberales y tasado en cuanto a “derechos”. En este tenor, evidentemente la dicotomía “eficacia Vs. libertad” queda irresuelta, solventándose únicamente en el discurso pero alejadísima de la realidad concreta. Para quienes suscribimos, en pensamiento y acción, los postulados de la *Tendencia Informal Anarquista* (T.I.A), la libertad y la autonomía individual efectiva, no son negociables. Mucho menos, sacrificables en aras de la “eficacia”. La búsqueda y la práctica de la libertad intransigente e irrestricta, es la brújula que nos orienta. La nave que nos embarca hacia la auto-constitución de la consciencia refractaria es la autonomía individual, impulsada por nuestros propios recursos, capacidades, energías y pasiones. Desde luego, en esta travesía no se aceptan viajes circulares ni itinerarios regresivos que invariablemente desembocan en el inmovilismo o nos conducen, frecuentemente, a desembarcar en tierras “ajenas”. Hasta aquí, he intentando exponer «mi lectura» sobre la organización informal anarquista. Ahora bien, a pesar de la extensa respuesta, me gustaría retomar someramente algunos de los puntos referidos en la introducción de esta pregunta —como planteaba al comienzo— que considero merecen abordarse cabalmente. Como bien enuncian en su interrogante, los compañeros Alfredo y Costa, han realizado importantes aportes al debate en torno a la organización desde la perspectiva insurreccional anárquica. A finales de la década del setenta (1977) y a lo largo de los ochenta del siglo pasado, comenzó a registrarse un fastuoso proceso de reactualización del anarquismo, inaugurado por un grupo de compañeros dispuestos a afrontar (en la práctica) las luchas de contra-poder y a erradicar el nefasto inmovilismo que había hecho nido en nuestras tiendas. Tras un profundo balance reflexivo de las luchas del movimiento anarquista histórico y un análisis consciente de las mutaciones del capitalismo en la era de la “globalización” contemporánea, emergían nuevos entendimientos y diferentes concepciones que ya no correspondían con las prácticas y modelos de organización y acción que durante casi un siglo le habían otorgado al anarquismo su peso específico y sus rasgos definitorios e intransferibles. Así, tomaba vida un anarquismo recontextualizado, rejuvenecido y transgresor, que recuperaba su aliento insurreccional y su capacidad de respuesta. Este entramado de propuestas y consideraciones sería conocido en nuestras tiendas como “tesis insurreccionales”, popularmente certificado como “insurreccionalismo” y, sin lugar a dudas, el compañero Alfredo María Bonanno, sería su más esclarecido impulsor. Alfredo, sin abandonar la práctica anárquica, se dedicó a sistematizar los análisis y reflexiones de esa etapa, produciendo incontables textos que, sin percatarse, irían desarrollando un cuerpo teórico (aún inconcluso) resultante del riguroso ejercicio de la crítica y del deseo. De la mano de estas concepciones, comienza a echar raíces un nuevo talante anárquico que embona sin dificultad alguna con una cultura juvenil, fresca y transgresora, dispuesta a sustituir —sin mayores remordimientos— el viejo modelo sacrificial y circunspecto, por uno mucho más flexible y espontáneo, anteponiendo la creatividad, el desenfado, la alegría e incluso el placer de la acción anárquica (“El gozo armado”) al inmovilismo burocrático y al estancamiento conservador en el que se hallan sumidos los recipientes organizativos tradicionales —rígidos y asfixiantes—, que aún insisten en exonerarse insensiblemente del necesario esfuerzo de actualización teórico-práctica. Esa nueva cultura anárquica, fraguó —acorde a los intentos de actualización teórico-práctica que la animaban— una extensa gama de reajustes y renovaciones conceptuales, reubicando los eternos temas de preocupación libertaria, replanteándose los viejos tópicos de la consecuencia entre medios y fines, el derrocamiento del Estado-capital, la Revolución Social y la construcción del Socialismo libertario (superlativamente atados a la concepciones teórico-prácticas del siglo XIX); junto a las nuevas revalorizaciones en torno al mito de la centralidad de la “clase obrera”, la pretendida expropiación de los medios de producción (y su inmediata colectivización como “pase automático” al Comunismo libertario), la autogestión de la lucha, la insurrección generalizada y, por supuesto, el tema de la organización. Para mediados de la década de los setenta, Alfredo Bonanno, deja inscritos algunos aportes sobre la cuestión organizativa en su libro “Autogestión”[8], donde —pese a las notables influencias de la época (autonomía obrera)— concluye que « En la práctica, el problema organizativo presenta dos aspectos: uno real y otro imaginario.»[9]. Ubicando el primer aspecto, en relación directa con el desarrollo de la lucha y, en consecuencia, como la esfera donde surgen las necesidades reales de organización «cada vez más precisas». Mientras, que el aspecto ficticio o “imaginario”, propio de un medio «puramente intelectual», lo sitúa en relación inversa al desarrollo de la lucha: « a medida que disminuye la intensidad del conflicto, crecen las cavilaciones y las teorías[10]». E inmediatamente nos aclara que «Naturalmente, esto no quiere decir que la organización, creada en relación con la lucha concreta, no necesite del análisis teórico adecuado o que no deban considerarse los resultados y los análisis de las luchas precedentes. Únicamente significa que, en los períodos de “paro” revolucionario, florece la actividad de los intelectuales que se entregan a sus reflexiones personales, perdiendo la medida de la realidad[11]». A partir de la experiencia y con el transcurso de los años, Alfredo irá completando el tema organizativo, en la medida en que fue superando las influencias «autonomistas» y profundizando la actualización teórico-práctica del anarquismo. De tal forma, nos entregaría (veinte años después) unas reflexiones mucho más acabadas en torno a la organización anárquica en su charla de Cúneo de enero de 1995 intitulada “Anarquismo y Democracia”, que bien vale la pena retomar: «Una organización anarquista, que se proyecta hacia el futuro, debería ser más ágil. No pude presentarse con las pesadas características, cuantitativamente hablando, de las estructuras del pasado. No puede presentarse mediante su dimensión de síntesis como, por ejemplo, se hacía en el pasado, cuya estructura organizativa pretendía resumir la realidad en su interior a través de “comisiones” específicas que abarcaban múltiples problemas y que después, tomaban sus decisiones en el congreso periódico anual y se pronunciaban basándose en tesis que probablemente se remontaban al siglo pasado. Todo esto tuvo su época, no porque haya transcurrido todo un siglo desde que fue ideado sino porque la realidad ha cambiado.» [12]. En esta misma conferencia, hacía hincapié en la necesidad de la formación de pequeños «grupos de afinidad» que a su vez, estrechen contactos y se coordinen mediante la “organización informal”, dando paso a nuevas tesis sobre la organización anárquica y al desarrollo de lo que hemos denominado la *Tendencia Informal Anarquista*. C.A: ¿Por qué consideras que continúa el debate en torno a la organización (o sobre cómo entendemos la misma) en los medios anarquistas de nuestros días? Que la discusión en torno a la forma de organización anárquica aún persista en nuestras tiendas, sólo demuestra el alcance de sus ausencias paradigmáticas. Sin embargo, únicamente mediante la profundización de este debate será posible hacernos de los insumos específicos que nos permitan abandonar el extravío teórico-práctico que aflige al pensamiento ácrata contemporáneo y dar paso a la posibilidad de construcción de un paradigma renovado. Con esta finalidad se han venido habilitando medios electrónicos dedicados a potenciar la discusión reflexiva entre los anarquistas, pero el inconveniente de estos “foros de discusión” virtuales —más allá del esfuerzo y el desgaste que representan y de la labor estoica de quienes los animan— es que, por regla general, se encuentran secuestrados por grupos específicos que, lejos de facilitar la polémica e incentivar la discusión, se aferran a salvaguardar a capa y espada sus capillas ideológicas, sin siquiera cuestionarse la correspondencia de sus anquilosados pensamientos con la realidad concreta. De tal modo, continúan recreando el dogma y la ortodoxia como consecuencia lógica de la derrota y el repliegue, impuestos por las desfavorables condiciones que trajo el pasado siglo XX, con el auge del nacional-socialismo primero y después, el crecimiento y la expansión del leninismo —ya no sólo como corriente política indisolublemente vinculada a la socialdemocracia sino también como teoría legitimada y hegemónica en ámbitos académicos y científicos—; así como la progresiva integración de los trabajadores en las “democracias parlamentarias” (con la correspondiente consolidación de los Estados benefactores); las expectativas despertadas por las experiencias nacional-populistas en América Latina, Asia y África; los cambios en las formas productivas y, un larguísimo etc. Un período de sobrevivencia que apuntó al mantenimiento de algunas referencias teóricas básicas pero ya en un ambiente de dispersión y de ausencia de paradigmas, que llevó al movimiento a desaparecer como fuerza material antisistémica, degenerando en ideología. Por eso, insistimos en que el debate tiene que ir muchísimo más allá de la polémica sobre los métodos de organización anárquica, centrando los ejes de discusión en torno al problema de la selección de los medios para la consecución de nuestros fines, lo que nos permitirá actualizar la crítica y enfrentar el problema de la acción frente a las nuevas condiciones que imponen las estructuras de dominación contemporánea. En este sentido, entre los denominados “insurreccionalistas”, existe un camino andado de críticas al inmovilismo, al cadáver obrerista, al trasnochado anarcosindicalismo, a la síntesis especifista, al “anarco”-bolchevismo o neoplataformismo, etc., que nos permite avanzar en temas más puntuales. Sin embargo, tampoco podemos pasar por alto las enormes desvirtuaciones que hallamos en el seno del anarquismo insurreccional. Si reconocemos la construcción y desarrollo del cuerpo teórico del llamado “insurreccionalismo” a partir de la sistematización del compañero Bonanno —como apuntábamos en la respuesta anterior— encontraremos claras evidencias de cómo se han venido desvirtuando estos principios entre los que hoy se proclaman partidarios del “insurreccionalismo”. Pero, igualmente, tenemos que aceptar cierta “ambigüedad” de origen, presente en el discurso y en la práctica insurreccional que, sin lugar a duda, ha dado cobijo a formulaciones teórico-prácticas frecuentemente divergentes y hasta inconciliables entre sí, al interior de esta tendencia. En toda Europa —particularmente en el Estado español, Italia, Inglaterra, Francia y Grecia— y en algunos rincones de Latinoamérica, tropezaremos con sectores que se autodenominan “insurreccionalistas” que se identifican con la farsa neozapatista o con las guerrillas colombianas (FARC/EP). Seguramente, toda esta bola de despistados —otorgándoles el beneficio de la duda— que manifiestan múltiples orgasmos cada vez que sale a relucir la iconografía guerrillera y el culto al fusil, no se han tomado el trabajo de leer y comprender los planteamientos de Alfredo. Precisamente, es Bonanno quien desarma de manera contundente todo el culto a las armas y la lógica del “especialista” (“revolucionario profesional”) y la estructura guerrillera. Sin embargo, hay que señalar que el insurreccionalismo “clásico” —por llamarle de algún modo que nos permita establecer diferencias con cierto insurreccionalismo contemporáneo que comienza a tomar cuerpo en nuestros días— enarbolado por Bonanno, Cavalleri y otros, también amerita puntualizaciones específicas que le brinden la oportunidad de superar esa aparente “ambigüedad” que mencionábamos y sintonizarse con la realidad del siglo XXI, abandonando todo vínculo con las “fuerzas sociales” y concentrándose en el desarrollo de la tensión anárquica en la insurgencia individual. Por eso hoy hablamos de “nuevo anarquismo insurreccional” o “nuevo ilegalismo anárquico”, a la hora de abordar las discrepancias internas y profundizar el debate sobre la necesidad de actualización teórico-práctica. Alfredo Bonanno, ha tenido el mérito indiscutible de reactivar al anarquismo de praxis, de sintonizarlo con la realidad de las luchas de finales del siglo XX (llamando a superar viejos diagramas de organización y acción) y de emprender un enorme esfuerzo de re-elaboración en el campo de la teoría y de la práctica, que permitió emplazar al inmovilismo anarcosindicalista y especificista. Pero, si bien le apuesta a la destrucción del trabajo, a la expropiación y al ataque permanente contra el sistema de dominación a través de la insurrección individual y la organización informal, no abandona la idea de la “radicalización de las luchas” encaminada hacia la pretendida Revolución Social “transformadora”. No rompe del todo con las concepciones sociales pese a la superación del análisis economicista, la crítica al movimiento ficticio y de emitir, sin cortapisas, el acta de defunción del “proletariado”. Con la incorporación de un nuevo antagonismo (“incluidos” Vs. “excluidos”), Bonanno articula coherentemente una conceptualización que deja atrás la vieja lógica marxiana centrada en la “lucha de clases”, ya que los “excluidos” no necesariamente lo son en correspondencia con su rol de clase en torno a los medios de producción, la categoría de explotación y al consiguiente saqueo de la plus-valía correspondiente, sino que también lo son en su condición de dominados y oprimidos por el Poder. En este contexto, como en muchos otros, es preciso reconocer que el movimiento anarquista ubicó durante mucho tiempo su teorización a la retaguardia del pensamiento marxiano; acomodándose a su agenda teórica y adoptando sin muchos miramientos una conceptualización (economicista/obrerista) que no le sería funcional y mucho menos coherente con sus principios antiautoritarios. En este sentido, también hay que reconocer la acérrima crítica al marxismo que ha elaborado Bonanno y, sobre todo, su antileninismo manifiesto. Pilares que sin duda continúan siendo el andamiaje del «nuevo anarquismo insurreccional» o lo que hemos definido como *anarquismo postclásico*, entendido como el período actual donde se intenta construir y desarrollar un nuevo paradigma anárquico. C.A:Recientemente, con la “Carta a la galaxia anarquista” (y su consiguiente respuesta), volvió a ponerse sobre el tapete la crítica a las nuevas formas organizativas; lo peculiar del caso es que estos señalamientos provienen de las propias filas del anarquismo insurreccional. En esta ocasión, son los denominados “Nietos de Bonanno” quienes lanzan severos cuestionamientos a la organización informal y al nuevo ilegalismo ¿Qué podrías comentarnos al respecto? Lamentablemente, el *insurreccionalismo* “clásico” —como comentábamos con anterioridad— nació con severos problemas congénitos ya que presenta la misma “ambigüedad” de base que ha venido arrastrando perpetuamente el anarquismo. Así, reconoce y revitaliza —desde las primeras aportaciones teórico-prácticas— el componente individualista, haciendo marcado énfasis en «las bajas pasiones», el «placer» y la «insurrección cotidiana antisistémica» (sabotajes, expropiaciones y ataques) desvinculada de todo conflicto social; mientras que, de forma paralela, apela a los “explotados” y le apuesta a la “radicalización de las luchas sociales” a manera de insinuación difusa hacia los llamados “procesos revolucionarios”. Es precisamente en este tenor donde se inscribe la “Carta a la galaxia anarquista” y se produce la polémica al interior de la tendencia informal, resucitando las viejas diferencias en torno al origen del anarquismo. Es decir, el eterno debate entre los secuaces de la “insurrección individual” contra los partidarios de la “insurgencia social”. Lo interesante de todas estas polémicas al interior de la tendencia informal anárquica es que —una vez superado el inmovilismo al que nos había condenado el desfase anarcosindicalista y especificista— colocan en evidencia las contradicciones e invitan a la reflexión constante, poniendo en movimiento las ideas a partir de la experiencia práctica. Si leemos detenidamente la «Carta a la galaxia», encontraremos algunos “vestigios” que nos brindan ciertas certezas sobre quién o quiénes pueden ser sus autores. El tufillo a campiña predomina y nos recuerda la estrategia del “éxodo” o la “secesión” de Jacques Camatte y otros autonomistas marxianos (incluido el deleznable Tony Negri), que tanto influenciara al ala más radical del grupo editor de Tiqqun. Sin duda, el estilo y las preocupaciones de Julien Coupat y sus colegas intelectuales de la comuna de Tarnac, están presentes a lo largo de la misiva anónima y, aunque no la firme el *Comité Invisible*, esta ensalada campestre, servida para la galaxia y aderezada con cierto Situacionismo, nos evoca sus desasosiegos e indica la irrefutable cercanía (al menos teórica) de sus autores a esta corriente sui generis del “insurreccionalismo” francés. En realidad, se dificulta enormemente la comprensión de la *Carta* si nos servimos de la desafortunada versión en castellano que circula en Internet. Pese al innegable esfuerzo de los compañeros traductores, el texto resultante enrarece aún más el ambiente. Sin embargo, a pesar de los pesares, las causas detonantes de las respuestas adversas a la «Carta a la galaxia» saltan a la vista: el tono arrogante con que se dicta cátedra y la desmedida condena a los métodos con los que no concuerdan. Desde luego, resulta mucho más preocupante la condena moralizadora cuando ésta recae sobre compañeros presos por recurrir precisamente a estos métodos al momento de poner en práctica nuestras ideas. Un ejemplo fehaciente del modo despectivo con que abordan tópicos que —de no ser por el uso y el abuso de descalificativos— podrían contribuir con su desarrollo perfectamente al actual debate en torno al nuevo insurreccionalismo, es el párrafo citado a continuación: ”, recogido en: [[http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4478][http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4478]] [2] Carta del compañero Mario López “Tripa” desde la cárcel, México, disponible en: [[http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4408][http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4408]] [3] Stefano Gabriel Fosco, es un anarquista individualista de praxis, integrante del colectivo editorial que anima el blog *Culmine*. Desde el 13 de junio (2012), se encuentra secuestrado por el Estado italiano en la cárcel de Pisa, acusado de “asociación subversiva” (por su presunta pertenencia a la *Federación Anarquista Informal*) y de ser el autor de una serie de sabotajes y ataques explosivos, perpetrados entre diciembre de 2009 a noviembre de 2011, en el marco de ese montaje policial conocido como “Operación Osadía”. [4] Daniel Barret (Rafael Spósito), “Los sediciosos despertares de la anarquía”, pág. 77; Libros de Anarres, Buenos Aires, 2011. [5] Vid, F.A.I., “Della lotta armata e di alcuni imbecilli/De la lucha armada y algunos imbéciles”, declaración de la Conferencia Nacional, disponible en: [[http://federazioneanarchica.org][federazioneanarchica.org]] Y nuestra respuesta:*Epístola a los inmóviles: De la “lucha” anclada y otros discursos caducos*, disponible en: [[http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4390]] [6] La lista de referencias sería interminable, pero bástenos, a modo de ejemplo, mencionar algunos de los portales y blogs más destacados: *Liberación Total* ([[http://liberaciontotal.lahaine.org//]]); *Culmine* ([[http://culmine.noblogs.org/]]); *Rojoscuro*([[http://rojoscuro.blogspot.mx/]]); *Parole Armate* ([[http://parolearmate.noblogs.org/]]); *Viva la Anarquía*([[http://vivalaanarquia.espivblogs.net/]]); *Hommodolars*([[http://www.hommodolars.org/]]);*Material Anarquista*([[http://materialanarquista.espiv.net/]]); *Sabotagemedia*([[http://www.sabotagemedia.anarkhia.org/]]);*Fear to sleep* ([[http://feartosleep.espivblogs.net]]/); *Direct Action*([[https://directactionde.ucrony.net/de/]]); entre otros. [7] En este sentido destaca la participación del delegado mexicano al Congreso, el anarquista norteamericano Nathan Ganz, editor de la *Anarchist Socialist Revolutionaruy Review*de Boston y autor del controversial texto “War against the authorities by various methods and means” (“Guerra contra las autoridades por varios métodos y medios”). [8] Existe una versión en castellano de este texto de Alfredo Maria Bonanno, publicada en octubre de 1977 en Madrid, Estado español, por la desaparecida editorial *Campo Abierto Editores*. Pese a las dificultades propias de una traducción poco afortunada, puede consultarse, sobre el tema de la organización, el Capítulo IX (“Autogestión anarquista”), particularmente el apartado intitulado “El problema organizativo” (Pág. 141). [9] *Ibid*, p. 142 [10] *Id*. [11] *Id*. [12] “Anarquismo y Democracia”, charla de Alfredo Maria Bonanno, realizada el 28 de enero de 1995 en el Liceo G, Peano, de la ciudad de Cúneo, Italia. La transcripción de esta conferencia fue publicada por primera vez en castellano en marzo de 1997 por Editorial Arsénico, bajo el título “La Tensión Anarquista”, disponible en: [[http://flag.blackened.net/pdg/textos/textos/tension_anarquista.htm]] [13] Vid. “Lettre a la galaxie anarchiste”, disponible en: [[http://nosotros.incontrolados.over-blog.com/article-lettre-ouverte-a-la-galaxie-anarchiste-96947404.html]] [14] «Inocente», del latín Innôcens. Adjetivo y nombre (masculino y femenino). Se aplica al que está libre de culpa o pecado: “Adán y Eva eran inocentes antes de la caída”. Se aplica al que no ha cometido un delito o falta determinada: “Le declararon inocente del delito que se le imputaba”.→ Tener las manos límpias de sangre. ►Exculpar. Adjetivo aplicado a personas y acciones o dichos, falto de mala intención, malicia o picardía.→ Cándido, hermoso, honesto, ingenuo, inocentón, puro. ►Candor, ingenuidad, pureza.► Casto. (...) ► *los santos niños inocentes*. Designación aplicada a los niños que fueron sacrificados por Herodes, sacrificio que se conmemora por la Iglesia [católica] el día 28 de diciembre. →Día de los inocentes (María Moliner, Diccionario de uso del español, P. 1653. Editorial Gredos, Madrid, 2007). [15] Tal es, por ejemplo, el caso de Chile, Indonesia, Italia y Grecia —hacemos referencia solamente a los casos más notorios a manera de ilustración pero sin pretensiones de exhaustividad. Destacando, de este lado del charco, el documento “Aportes y críticas a la lucha insurreccional”, elaborado por los *Comandos Insurreccionalistas* en el país latinoamericano que, de igual forma, ha desatado la polémica, particularmente con la compañera Gabriela Curilem (“Reflexionando en voz alta: La necesaria confrontación de ideas. Sin aplausos, pero sin silencios,”; disponible en: [[http://materialanarquista.espiv.net/2012/08/26/gabriela-reflexionando-en-voz-alta-la-necesaria-confrontacion-de-ideas-sin-aplausos-pero-sin-silencios/]]). En este trabajo de los compañeros chilenos es posible encontrar contundentes comentarios como el siguiente: «*La cultura del reconocimiento y palmotearse la espalda; para reconocerse “subversivo” sin tener acción, sin jugarse el pellejo... Estamos frente al triste escenario que hace disfrutar a nuestros enemigos, vaciar de contenido la subversión, hacerla inofensiva, transformarla en un espectáculo o en la moda de los comunicados que ensalzan el ego*» ; disponible en: [[http://rojoscuro.blogspot.mx/2012/05/aportes-y-criticas-la-lucha.html]] [Tal vez, resulte completamente obvio, pero digámoslo de todos modos para evitar malentendidos: el hecho de que traigamos a colación el documento de los *Comandos Insurreccionalistas* y la carta respuesta de Gabriela, responde únicamente a nuestra intención de ejemplificar la reiteración de los temas de debate al interior de la tendencia insurreccional anárquica y como éstos se escenifican en diferentes latitudes y no la aceptación o rechazo de dichos documentos.] [16] Op. Cit. “Lettre a la galaxie anarchiste”. [17] Op. Cit. “Anarquismo y Democracia”, charla de Alfredo Maria Bonanno. [18] Gabriel Pombo Da Silva, anarquista individualista comprometido con el desarrollo de las tesis de la *Tendencia Informal Anarquista*, actualmente preso en la prisión de Aachen, Alemania. [19] Recogido en el portal electrónico del Ateneo Libertario de Besós: [[http://www.nodo50.org/albesos/2n.php?sec=articulos&id=16&t=Insurreccionalismo]] [20] Quizás resulte enteramente evidente, pero cuando nos referimos a los grupos e individuos anticivilización y antitecnología, lo hacemos considerando el legado teórico-práctico de *Los Lobos Grises*, los aportes de nuestro compañero Marco Camenisch y las elucubraciones del innombrable Ted Kaczynski y no en relación a los planteamientos “secesionistas”, que invitan a la autogestión de la producción de calabazas, ni a las divagaciones primitivistas del profesor Zerzan. [21] Aragorn, “Anarchy and Nihilism: Consequences”, disponible en: [[http://theanarchistlibrary.org/library/aragorn-anarchy-and-nihilism-consequences]] [22] Para una pequeña muestra de estos desarrollos es útil recurrir —así sea a efectos de información general— a la *Crónica del encuentro anarquista de ST. Inmier*; disponible en: [[http://grupolibertarioacciondirecta.wordpress.com/2012/08/25/cronica-encuentro-anarquista-stimmier-2012/#more-1405]] En un tramo del texto, el *Grupo Libertario Acción Directa*(GLAC), alude a la «organización mínima» y las «tácticas insurreccionales», afirmando que: «ejemplos como el de Grecia ponen en evidencia que la organización mínima y las tácticas insurreccionales dificultan mucho, cuando no impiden, la participación significativa en los movimientos sociales y las revueltas populares. A pesar de que los compas derrochan dedicación, constancia y valentía, su falta de estructura les impide recoger los frutos de su actividad y proponer líneas de trabajo coordinadas que hagan avanzar los movimientos espontáneos hacia instancias revolucionarias». De nuestra parte, a modo de acotación que introduce una distinción necesaria respecto a la posición del GLAD, cabe decir que, en lo concreto, lo que dificulta mucho —cuando no impide— el avance de la Anarquía, son estas concepciones populistas aferradas al culto revolucionario y sus viejos esquemas de organización y acción, mediante las que se asignan un rol “orientador” más allá de la situación y la disposición reales de la servidumbre voluntaria, imponiendo la espera y el inmovilismo al anarquismo. Como bien señalan los compañeros de la CCF de Grecia, el nuevo anarquismo «Anula las cohibiciones y desarma las excusas que invocan a “la necesidad de un movimiento de masas para que sea factible la insurrección anarquista”. Nosotr@s decimos que la hora es ahora y el lugar es aquí mismo en cualquier parte donde nos encontremos. No aplazamos para mañana algo que podemos hacer hoy. Un grupo decidido y minoritario de anarquistas de praxis es mil veces más tenaz que la falta de firmeza de un gentío cobarde y sumiso de oprimid@s. No tenemos ninguna razón para esperar a nadie». Vid. Conspiración Ácrata, “Una conversación entre anarquistas”, recogido en: [[http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4478]] [23] “Contra las falsificaciones de Rojoscuro (respuesta a toda la mierda que mandasteis)”, ardorosa contestación de los Proletarios Internacionalistas a los compañeros del portal electrónico anarquista Rojoscuro, motivada por el rechazo explícito de estos compañeros a los intentos de publicación en nuestros medios del libro en cuestión. Anótese, así sea a efectos informativos, que el GCI trató de publicar sin éxito su “Crítica a la ideología insurreccionalista” en las editoriales libertarias Bardo y Klinamen. Como dato curioso, vale destacar la reciente publicación de “La contrarrevolución rusa y el desarrollo del capitalismo” del Grupo Comunista Internacionalista, con Libros de Anarres de Buenos Aires, distribuido por Virus de Barcelona. [24] *Id*. [25] Al respecto, habría que aclarar que, con el aserto“lenguaje próximo a nuestras críticas”, estamos haciendo referencia a un conjunto de análisis y planteamientos en torno a hechos concretos que se aproximan a la manera en que generalmente los abordamos y a la forma en que los concebimos. Naturalmente, esto no incluye las sepetecientas alusiones a la “dictadura del proletariado” ni los insistentes llamados a construir el “Partido Comunista Mundial” y mucho menos, la invocación espiritista a la difunta “clase obrera”. [26] Vid. “El Grupo Comunista Internacionalista escupe sobre el internacionalismo proletario”, disponible en: [[http://es.internationalism.org/book/export/html/1101]] [27] Introducción a la “Crítica a la ideología insurreccionalista”, mimeo. [28] Los Tigres de Sutullena, “La epidemia de rabia en España (1996-20079)”, disponible en: [[http://reflexionrevuelta.wordpress.com/2011/01/08/los-tigres-de-sutullena-la-epidemia-de-rabia-en-espana-1996-2007/]] Debe tenerse imperativamente presente que traer a colación ahora las posiciones de Los Tigres de Sutullena no pretende más que facilitar una ubicación de contexto y mostrar una panorámica de la multiplicidad de matices en torno al “insurreccionalismo”, pero de ningún modo sostener que estas son las reflexiones que se desprenden de la presente circunstancia. Sin embargo, pese a las discrepancias, es harto recomendable la lectura de los apartados «El anarquismo oficial» (1) y «El antagonismo juvenil» (2), así como las “conclusiones” de cierre, donde se recomienda «el rechazo de la alienación militantista». Vale señalar la enorme contradicción implícita en las mentadas “conclusiones” de los Tigres donde, a pesar del pretendido rechazo a la «raíz individualista» del insurreccionalismo, se afirma contundentemente que «en las condiciones actuales una práctica anticapitalista y subversiva no puede quedar anclada en la espera de las “masas”, de la adhesión de sectores amplios de población, ni fiar a ésta todas sus perspectivas de futuro». [29] Op. Cit., Daniel Barret (Rafael Spósito), Pág. 78-79. [30] Op. Cit., Conspiración Ácrata. [31] IRSM/1St. of May Group, *Towards a Citizens’s Militia: Anarchist alternatives to Nato & The Warsaw Pact*, Cienfuegos Press, Orkney, UK,s/n. [32] Guillén, Abraham, *Lecciones de la guerrilla latinoamericana*, en: Hodges Donald C. y Guillén, Abraham, “Revaloración de la guerrilla urbana”, Ediciones El Caballito, México, D.F., 1977, Pág.100. [33] *Ídem*. Págs. 128-129. [34] VV.AA.,*Guerrilla 1*, Ediciones Ricou (Hacer), Barcelona, 1978, Pág. 95. [35] Vid., con relación al tema “Sobre la expulsión de Gustavo Rodríguez: Una rectificación y una disculpa”, disponible en: [[http://old.kaosenlared.net/noticia/sobre-expulsion-gustavo-rodriguez-rectificacion-disculpa]] Véase también, Rodríguez, Gustavo, “Cogito ergo impidió”, disponible en: [[http://old.kaosenlared.net/noticia/cogito-ergo-impidio]] [36] Colectivo Noticias de la Rebelión, “A los anarquistas, a los medios de comunicación libres e independientes”, disponible en: [[http://www.noticiasdelarebelion.info/?p=6027]] [37] Rodríguez, Gustavo, “Hartazgo e indignación: Límites de la protesta ciudadana”, disponible en: [[http://reflexionrevuelta.wordpress.com/2011/08/14/gustavo-rodriguez-hartazgo-e-indignacion-limites-de-la-protesta-ciudadana/]]