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El decir que el movimiento anarquista implica a algunas tendencias no es el proponer algo nuevo, seria sorpresivo si lo fuera de otra forma. No-político, fuera de los partidos, este movimiento le debe su existencia solamente a las personalidades individuales de las cuales esta compuesto.

En tanto no existe un programa anarquista a priori, en tanto solo existen anarquistas, de esto se deriva que cada uno de aquellos que se llaman así mismos anarquistas tiene su propia concepción del anarquismo. Persecuciones, dificultades y conflictos de todo tipo, demandan que cualquiera que profese el anarquismo debe poseer una mentalidad que esta fuera de lo ordinario, que es reflexiva, y que esta en un estado de continua reacción en contra de una sociedad compuesta de gente que, en lo contrario, no son reflexivas y son inclinadas a aceptar doctrinas ya listas que no hacen demandas a su inteligencia. El desear que todos los anarquistas tengan puntos de vista similares sobre el anarquismo es el desear lo imposible. Así que una riqueza de concepciones divergentes se encuentra entre ellos.

En tanto la palabra «anarquía» etimológicamente significa la negación de la autoridad gubernamental, la ausencia de gobierno, se infiere que una atadura indisoluble une a los anarquistas. Éste es antagonismo a todas las situaciones reguladas por la imposición, constreñimiento, violencia, opresión gubernamental, y si éstos son un producto de todos, de un grupo, o de una persona. Para abreviar, quien niegue que la intervención del gobierno es para las relaciones humanas es un anarquista.

Pero esta definición tendrá solamente un valor negativo si no posee como complemento practico, un intento conciente de vivir fuera de esta dominación y servilismo que son incompatibles con la concepción anarquista. Un anarquista, en tanto, es un individuo que, aunque haya sido llevado hacia el anarquismo por un proceso de razonamiento o de sentimiento, vive en la mayor extensión posible en un estado de defensa legitima en contra de las interferencias autoritarias. De esto se deriva que el individualismo anarquista —la tendencia que nosotros pensamos contiene la mas profunda realización de la idea anarquista— no es meramente una doctrina filosófica- es una actitud, una forma individual de vida.

El individualista anarquista no es simplemente un convertido a ideas que serán realizadas algún día después de varios siglos. El lo intenta en el ahora -en tanto el presente es el único tiempo que importa para el — para practicar sus concepciones en la vida cotidiana, en sus relaciones con sus camaradas, y en su contacto con aquellos que no comparten sus convicciones.

Todos los organismos saludables tienen una tendencia característica de reproducirse a si mismos. Los organismos que están enfermos, o en proceso de degeneración, no tienen esa tendencia -y esto aplica a la menta así como al cuerpo. En tanto el individualista anarquista tiende a reproducirse a si mismo, a perpetuar su espíritu en otros individuos que compartirán sus puntos de vista y que harán posible un estado de existencia en el cual el autoritarismo ha sido desterrado. Es este deseo, esta voluntad, no solo de vivir, pero también de auto-reproducirse así mismo, que nosotros llamaremos «actividad».

Estas consideraciones explican nuestro titulo: «Anarquismo individualista como Vida y Actividad». Tendiente a vivir su propia vida individual en riesgo de chocar intelectualmente, moralmente, y económicamente, con su ambiente, el individualista anarquista al mismo tiempo trata de encontrar personas que como el mismo, están libres de los prejuicios y supersticiones de la autoridad, en tanto que la mayor cantidad de personas puedan vivir sus propias vidas, uniéndose por medio de afinidades personales para practicar sus concepciones en tanto la extensión en la que lo puedan hacer.

El individualista anarquista no vive en aislamiento intelectual. Como individuos que comparten sus ideas se incrementan en numero, así mismo mejoraran sus oportunidades de ver a sus aspiraciones realizadas, y como resultado el será mas feliz. Como individuos de su propia «especie» aumenta, así mismo el poder de su ambiente sobre su propia vida disminuirá. En tanto mas se esparce su propaganda y mas su actividad crece, mas su vida será intensificada.

Sus relaciones con sus camaradas están basadas en la reciprocidad, en el mutualismo, en la camaradería, y toman muchas formas, todas voluntarias: acuerdos libres de todo tipo y en todas las esferas; respeto a la palabra jurada y la concreción de las promesas y los compromisos libremente consentidos. Es en esta forma que el individualista de nuestro tipo practica la ayuda mutua en su especie.

Un individuo conciente —tratando de crear y seleccionar a otros— del ser determinados por su ambiente, el tiende a hacerse auto-determinante, a vivir su propia vida plenamente, a ser activo en el sentido normal de la palabra. Uno no puede concebir al individualista anarquista en otra forma.

II

El anarquista es, en tanto, un individuo que niega; el anarquismo es una concepción individualista y un producto de individuos. El anarquista es naturalmente un individualista.

Los legalistas basan a la sociedad en la ley. En los ojos de la ley aquellos que constituyen la sociedad no son mas unos ceros. Si la ley procede de una sola persona (autocracia), de algunos (oligarquía), o de la mayoría de los miembros de una sociedad (democracia), el ciudadano debe suprimir hasta sus mas justas aspiraciones ante ella. Los legalistas mantienen que si el individuo se sujeta a si mismo a la ley, que supuestamente emana de la sociedad, es en el interés de la sociedad y en su propio interés en tanto el es un miembro de la sociedad.

Así, la sociedad tal como la conocemos puede ser resumida de la siguiente manera: las clases dominantes, a través de su intermediario el estado, se aseguran que solo sus puntos de vista en la cultura, la moralidad y las condiciones económicas, son posibilitadas de penetrar en las masas. Ellos ordenan sus propios puntos de vista en la forma de dogmas civiles, en tanto que ninguna persona pueda violar bajo la pena de castigo, así como en tiempos anteriores, durante el reinado de la Iglesia, existían penas severas por atreverse a cuestionar dogmas religiosos. El Estado —la forma laica de la Iglesia— ha remplazado a la Iglesia que era la forma religiosa del Estado- pero el objetivo de los dos ha sido siempre el formar, no seres libres, sino verdaderos creyentes o ciudadanos perfectos. En otras palabras esclavos del dogma o la ley.

El anarquista contesta que cuando la solidaridad es impuesta desde afuera no tiene ningún valor; que cuando un acuerdo es implementado no existe mas una cuestión de derechos o obligaciones; que la coerción lo libera de las ataduras que lo enlazan a la llamada sociedad en la cual sus ejecutantes el los conoce en la forma de administradores, legisladores, jueces y policías; que el apoya solo la solidaridad de sus relaciones cotidianas. La solidaridad ficticia e impuesta es solidaridad sin valor.

Los socialistas basan a la sociedad en la economía. Para ellos toda la vida se reduce a una cuestión de producción y consumo. Así, cuando se resuelve este problema automáticamente se resuelve el problema humano, con toda su complejidad de experiencias morales e intelectuales. El individuo puede ser conciente, puede ser el mas grande borracho o el peor de los compañeros, pero el es de interés solo como productor o consumidor. La llamada va hacia todos — a aquellos que piensan y a los que no. Todos tienen derecho al banquete colectivista, todos tienen derecho al resultado del esfuerzo sin antes intentar el esfuerzo, y en tanto la sociedad ha sido tomada, el colectivismo se establecerá y funcionara, en esta forma, en tanto cualquier recalcitrante será obligado a obedecer, o de otra forma desaparecerá de circulación.

El socialismo ha sido llamado la «religión de la economía» y es claro que una metafísica socialista existe. Esta doctrina enseña que todos los productos de la actividad humana son gobernados por la economía. No es difícil el entender y esta dentro de la capacidad de toda mentalidad. Desde el momento de triunfo del socialismo, en todas sus variantes, este demanda de su adherente que el sea un buen productor y no un peor consumidor, poniendo su confianza en tanto la organización de la producción y el consumo en la sabiduría de delegados, o elegidos o impuestos. El socialismo no esta interesado en hacer de el un individuo — hará de el un funcionario.

El anarquista basa a la sociedad ni en la ley ni en la economía. El buen ciudadano, buen burócrata, buen productor, buen consumidor — esta comida regada de harina no tiene mensaje alguno que valga para el. Después de todo, ¿si puede ser probado que en algunas circunstancias la economía determino al intelecto o a la moral, no podría ser también probado que el intelecto o la moral ha determinado a menudo a la economía? Y podría uno dejar en el silencio el rol del factor sexual?

La verdad real es que seguramente ellos se relacionan el uno con el otro, que ellos se alternan y están mutuamente determinados. Desde el socialismo reformista al comunismo revolucionario antiparlamentario a través del sindicalismo, todos estos sistemas socialistas hacen una burla del individuo y de los acuerdos libres entre ellos y dan el primer lugar a la mayoría, al contrato económico impuesto por el numero mas grande.

El anarquista proclama que una transformación en la visión mental siempre estará acompañada por una transformación en el sistema económico; que un nuevo edificio social no puede ser hecho con piedras que se están derrumbando hacia el polvo, que los seres que han sido moldeados en el prejuicio nunca pueden construir nada sino una estructura hecha en el prejuicio, que es necesario en primera instancia el poner materiales sólidos, para seleccionar individuos.

Si el se une a un sindicatos, no importando su color, el anarquista entra solamente como un miembro de un oficio particular, con la esperanza de obtener por medio de la acción colectiva una mejora de su propio ser — pero el no vera nada anarquista en el ganar una alza salarial, o una reducción de horas de trabajo. Desde un punto de vista económico, bajo las condiciones presentes, cada anarquista hace lo que el piensa es mejor para si, uno por medio de trabajar para un jefe, otro por medio de actuar fuera de la ley: el uno se beneficia de las ventajas obtenidas por la asociación, el otro por el participar en un «espacio libre», y por otro lado otro por medio de satisfacer sus necesidades como artesano. Ninguna de estas formas de sobrevivir son mas «anarquistas» que las otras — ellas son arreglos, algunas veces «evasiones», nada mas y nada menos.

III

En tanto la concepción anarquista pone al individuo en la base de todas las consecuencias practicas, de esto se extrae una no adherencia a la moral colectiva y el patrón general de vida. El anarquista regula su vida no de acuerdo a la ley, como los legalistas, no de acuerdo a la metafísica o mística colectiva dada, como los religiosos, los nacionalistas o los socialistas, por ejemplo, pero de acuerdo con sus propias necesidades y aspiraciones personales. El esta dispuesto a hacer la concesiones necesarias para vivir con sus camaradas o sus amigos, pero sin hacer una obsesión de estas concesiones.

El anarquista sabe bien que si su vida existe para ser disfrutada en su todo, si esta allí para ser hermosa y rica en todos los tipos de experiencias el no será capaz de apreciarla si he no tiene la capacidad de dominar sus inclinaciones y pasiones. El no tiene intención de llevar su vida hacia algún tipo de Jardín Ingles, cuidadosamente cultivado, monótono y triste. No, el quiere vivir plenamente e intensamente, el ata mil caballos a su coche, pero no puede olvidar el poner una brida en el cuello de cada uno. El anarquista niega la autoridad porque el sabe que puede vivir sin ella. El se guía por el juego de los acuerdos libremente contraídos con sus camaradas, nunca pisoteando la libertad de alguno de ellos en tanto que ninguno de ellos pisotee la de el.

Pero en relación a aquellos que debido a su amorfismo, ignorancia o interés interfieren en su vivir, en su vida, el individualista se siente a si mismo como un extraño. Es mas, dentro de si el se mantiene retraído en si mismo —fatalmente retraído— moralmente, intelectualmente, económicamente (La economía capitalista y la economía dirigida, los especuladores y los fabricantes de sistemas únicos son igualmente repugnantes para el). La conciencia completa de que ninguno de sus actos pueden debilitarle por dentro es para el suficiente criterio. Seguramente lo esencial para el es el que es se mantiene siendo el mismo.-

El trabajo anarquista, la actividad y la propaganda, en tanto, no consiste en atraer a la muchedumbre, sino en el crear y seleccionar —mi repetición es intencional— individuos concientes, libres de prejuicios. Es sobre todo un trabajo de socavar, de ironía, de critica, un trabajo de educación, pero también un trabajo de reconstrucción, de esculpir una personalidad libre de fantasmas dominantes. Un trabajo de libre examinacion e investigación en todos los campos.

En ves de hablar del amor en general, el anarquista habla simplemente de unidad y alianza entre compañeros, entre amigos, que se siente atraídos el uno hacia el otro, por la reciprocidad. En ves de posponer la felicidad individual a las causas socialistas o comunistas, el exalta su logro presente de ella proclamando la alegría que es el vivir.

En ves de construir la gran estructura de la Armonía con material tomado arbitrariamente de el mármol entre las ruinas de edificios anteriores, el muestra que lo primero a hacer es el remover las piedras una por una de la gran edificación humana.

Los anarquistas no quieren ser mas o menos ni patrones que lo quieren ser amos — ellos no quieren ya ni ejercer la violencia o menos o mas someterse a ella. Ellos exponen, ellos proponen, pero ellos no imponen. Ellos son pioneros que no están adheridos a un partido, son inconformistas, que se paran fuera de la moralidad de la manada y el «bien» y el «mal» convencional «a-social» a «especie» aparte, uno podría decir. Ellos van adelante, tropezándose, algunas veces cayéndose, algunas veces triunfando, algunas veces vencidos. Pero ellos van hacia delante, y por medio del vivir para ellos mismos, estos «egoístas», ellos escarban el surco, abren el broche a través del cual pasaran aquellos que niegan al arquismo, los únicos que los sucederán.